Cuatro mil 116 ingenieros se han ido para Argentina
Con información de LV
Estoy en blanco, avance, ascendí, soy líder de proyecto. En términos generales gano bien, tengo un buen nivel de vida, vivo en Belgrano, comparto departamento con un amigo, pero podría vivir solo», afirma, contento, Luis Manrique, de 30 años, un ingeniero en sistemas venezolano que llegó al país en julio de 2015 y trabaja en la empresa IT Resources para el Citibank.
En Caracas, Luis trabajaba como consultor, pero vivía en la casa de sus padres porque no podía alquilar debido a la política de congelamiento de precios del Gobierno, que hacía que nadie ofreciese su casa en alquiler. Mensualmente, les manda plata a su padre y a su hermana mayor, quienes siguen en Venezuela, aunque pronto emigrarán a Chile, adonde se fue su otra hermana y su madre.
La inmigración venezolana a la Argentina, producto del descalabro económico y social que vive el país gobernado por Nicolás Maduro, tiene una particularidad: la mayoría de los inmigrantes son jóvenes profesionales de clase media a los que no les cuesta conseguir empleo. No sólo eso, muchos de ellos estudiaron Ingeniería, una carrera en la que escasean egresados en la Argentina y cuenta con muchos profesionales en Venezuela. Como consecuencia de las expropiaciones del Gobierno bolivariano, muchas empresas petroleras y alimentarias cerraron y los ingenieros venezolanos comenzaron a mirar hacia nuevos horizontes donde trabajar.
Uso astuto
Horacio García, director nacional de Migraciones, asegura que la primera migración venezolana eran profesionales que podían costearse el pasaje. Lentamente, esa tendencia empieza a menguar y vienen personas con instrucción secundaria. Los más pobres no pueden salir de Venezuela.
«Vinieron un montón de ingenieros. Pensamos cómo usar esa mano de obra en beneficio del país. Vinieron ingenieros en petróleo a un país que tiene petróleo y pocos ingenieros. Es un recurso humano altamente calificado que tenemos que aprovechar. Hay que orientar los flujos migratorios a las zonas donde la Argentina necesita. El ministerio de Educación también facilitó ese proceso. Acá las personas vienen sin documentos porque no los pueden obtener allá, por eso flexibilizamos la norma», asegura García.
El director de Migraciones señala que los venezolanos tuvieron una muy buena integración en el país. «No escuché a nadie hablar en contra de la inmigración venezolana. En los comercios se contraponen con cierta rudeza que adquirió el argentino a la hora de atender, lo que les generó un halo de bondad, es muy llamativo, siempre me hablan bien de ellos».
Por su lado, Manrique asegura que le gustó el trato de la gente en Buenos Aires, más cuando se enteran de que es profesional y viene a trabajar. A eso se suma las facilidades para ser residente: dice que los requisitos son mínimos, comparado con otro país. Según el ingeniero, le resultó «relativamente fácil» conseguir trabajo. Llegó en julio y empezó a trabajar en septiembre, según reseña La Nación de Argentina.