Cuarentena: ¿Puede la larga separación «enfriar» la relación de pareja? - 800Noticias
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Tal vez sean 20 minutos en carro, o 600 kilómetros en tren o incluso 3.000 en avión. Sea cual sea la distancia que separe durante el confinamiento a una pareja que no comparte el mismo hogar, la respuesta es la misma: llevan más de un mes sin estar juntos y aún no saben cuándo volverán a estarlo.

Es probable que para unos esté siendo más duro, largo o difícil que para otros, pero lo que parece claro es que este tipo de situación tan desconocida puede ser un buen momento para descubrir el lado oscuro o el lado luminoso que predomina en la relación.

Carmen Benítez, psicóloga y experta española en terapia de pareja, revela cuáles son las claves para descubrir si esa relación a la que el confinamiento ha separado de forma temporal está preparada para vivir de forma constructiva o destructiva este contexto.

¿Cuáles son los principales retos a los que se enfrentan las parejas que viven separadas durante el confinamiento?

Para algunas parejas puede suceder que esta situación sea una especie de prueba de fuego que desvele o que traiga a la luz algunos aspectos que estaban ocultos. Estas situaciones pueden llegar a poner de relieve algunos temas de la relación que estaban «de fondo» y que tal vez pasaban desapercibidos en el día a día. En unos casos pueden tener que ver con las sombras de esa pareja y con todo aquello les irá distanciando inexorablemente y en otros, con un lado luminoso que quizá aún no habían descubierto y que les puede llevar a afianzar aún más su unión.

¿Qué señales identifican a las personas que no viven la pareja de modo constructivo en este contexto?

Serían aquellas que estén relacionadas con el miedo y que puedan llevar a la persona a una situación de estrés agudo y a comportamientos como irascibilidad, agresividad o quejas continuas, no solo relacionadas con su pareja sino también con los vecinos, los políticos, o incluso la familia. Esas señales mostrarían que vive en un estado permanente de estrés relacionado con el confinamiento pero también como consecuencia de las expectativas frustradas de que su pareja estuviera a su lado en ese momento.

Sin embargo, me gustaría incidir en que es posible vivir esta situación de forma constructiva pues también puede contribuir al crecimiento personal. Aprender a aceptar esta separación también puede contribuir a que esa persona haga «músculo emocional» y que eso le ayude a sostener y a superar sus miedos e inseguridades. Esta especie de «crisis» le puede hacer crecer y la consecuencia de ese crecimiento es que una vez que todo esto pase y, de alguna manera, se vuelva a la «normalidad», tal vez pueda concebir la relación de pareja más desde el amor que desde la necesidad y más desde el deseo de compartir que desde el ámbito de la dependencia emocional.

¿Sería algo así como reconstruirse uno mismo para construir una relación más sana?

Si, algo así… A veces se confunde el «amor romántico» y esta idea de «sin ti no puedo vivir» con el verdadero amor, pero si analizásemos la frase de «sin ti no puedo vivir porque te necesito» nos daríamos cuenta de que esa frase es la que le diría un niño a su madre y no un adulto a su pareja. Eso de buscar en la pareja a ese alguien que te resuelva todo, te dé seguridad o te calme los miedos es algo que cabría relacionar más con nuestro niño interior que con nuestra parte adulta.

Lo que vemos desde el ámbito de la psicología es que las crisis son grandes oportunidades no solo para el cambio en la sociedad, sino también en las personas. En general el cambio se suele producir cuando algo va mal, no cuando va bien. Y una crisis es, además de ser un momento de dolor, una oportunidad para crecer.

Uno tiene que pararse a reflexionar y….

Es cierto que es importante pararse a pensar, pero también lo es que durante esa pausa no nos quedemos en las respuestas que tienen que ver con el miedo, con la huída, con el bloqueo o el ataque, porque todo eso nos produce irascibilidad y también odio o ira hacia el otro.

Una persona que está viviendo el confinamiento en soledad, sin su pareja, tiene la oportunidad de crecer, de lograr más autonomía y trabajar esa dependencia emocional que tenemos y de la que muchas veces no nos damos cuenta. Ese lado dependiente es el que nos lleva a idealizar a la pareja y a marcar todo lo que creemos que nos tiene que dar esa persona. Pero la pareja no es una madre que nos tiene que dar todo lo que necesitemos ni tampoco es la persona que debe cubrir todas nuestras expectativas y deseos.

Y mientras se reflexiona sobre estas ideas, ¿cómo habría que cuidar la relación desde la distancia?

Sea o no a distancia no existen paréntesis en una relación salvo que su continuidad esté en duda. Por eso siempre digo que si la pareja fuese un órgano del cuerpo sería el corazón. Ese órgano que siempre está trabajando, ese músculo que siempre está bombeando sangre, ese órgano que siempre está dando y recibiendo. Todo el tiempo. Sin parar. A una relación de pareja le sucede como a una planta o como a un hijo. No se puede decir «ahora en estos meses te dejo de regar» o «ahora voy a estar un tiempo sin darte de comer». Hay que cuidarla cada día, también en la distancia.

La única diferencia es que en esta situación tan excepcional hay que cultivar esos vínculos diariamente con las fórmulas que tenemos a nuestro alcance, como son las llamadas, los mensajes, las videollamadas, los momentos compartidos. En realidad si uno se para a pensarlo, la crisis generada por la amenaza del coronavirus tiene que ver con la restricción de las libertades individuales en pro del cuidado de los demás. Y eso también tiene un cierto paralelismo con la pareja. Uno sale del «yo» para crear un «nosotros» y eso puede pasar por vivir juntos o por vivir separados. Pero lo que es importante es que el sentimiento de nosotros acompañe a una persona aunque su pareja no esté físicamente con ella. Conviene alimentar a diario esa sensación de pertenencia a un nosotros porque si lo que alimentamos es un yo más un tú esa relación es frágil y peligra su estabilidad, sobre todo en un contexto como este.

Y cuando no hay certezas sobre cuándo se volverá a la normalidad, ¿cómo se gestiona la ansiedad que puede generar en la pareja la incertidumbre?

Mucha gente está trabajando tanto desde el ámbito de la ciencia como de la salud para dar las respuestas necesarias, pero aún no sabemos cuándo se encontrará un fármaco o una vacuna que ayude a normalizar la situación. Lo que debemos hacer es ir tomando la información con cuentagotas y guiarnos por los plazos que las autoridades sanitarias van dictaminando. Esos plazos son, digamos, la realidad. El resto de los plazos que aventuremos o que imaginemos nos llevaría a guiarnos por la fantasía.

Y además de basarnos en la realidad y no en las conjeturas debemos ser conscientes de que la restricción de las libertades individuales se debe a la necesidad de evitar el contagio y cuidar algo mucho más grande que es la salud de los más vulnerables y nuestra propia salud.

Y esta necesidad de autoprotección también tiene un paralelismo con la pareja porque cuando uno se quiere a sí mismo está cuidando del otro. Desde al ámbito de la pareja, para lidiar con este tiempo incierto es importante que ambos miren en la misma dirección y que piensen en su sueño compartido, pues ese sueño volverá. Pero al mismo tiempo tendrán que vivir la relación en el momento presente, aunque su pareja no esté físicamente con ellos. No siempre es necesario ver físicamente a alguien para sentir que lo tenemos cerca.

Con información de ABC.

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