Crónica | «Si nos quitamos de aquí nos matan», frases al pie de barricadas en Nicaragua - 800Noticias
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EFE

«Si nos quitamos de aquí, nos matan» o «estos no se van a ir por las buenas», son frases de manifestantes «autoconvocados» que se escuchan al pie de cientos de barricadas levantadas en Nicaragua, en medio de la crisis sociopolítica que ha cobrado unas 200 vidas.

Quienes las mencionan son hombres, mujeres o niños, en su mayoría identificados con apodos y sus cabezas envueltas en camisas, pañuelos o cualquier trapo, para no ser reconocidos, sin importar la apariencia.

Precisamente la indumentaria da pie a un universo, aparte de frases basadas en los apodos. «Ahí viene la Mosca», le dicen al de gafas, «Cabeza de calcetín, vení», ordenan al de pasamontañas, «el Zurdo está vigilando», señalan a otro.

El «Zurdo» debe su apodo por sus habilidades motoras, ya que de otra manera pasa desapercibido. El «Gordo» es fácil de detectar, es una masa de músculos que insiste: «si nos quitamos de aquí, nos matan».

El «Gordo» no tiene miedo, pero no es tonto. «La Policía y los orteguistas tienen armas, nosotros sólo morteros y barricadas, si nos quitamos, quitan las barricadas, se meten al barrio y nos matan, esa es la orden de Daniel y la Chayo», dice el musculoso personaje, que de cerca es más alto de lo que parece.

Daniel y la «Chayo» son el presidente Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, a quienes los «autoconvocados» responsabilizan por las muertes, incluyendo a 16 niños, 10 policías y 1 periodista, más de 1.300 heridos y una cantidad incierta de desaparecidos en casi dos meses.

«Ahí está la guardia», se escucha en una trinchera asediada por policías y «parapolicías». En realidad «la guardia» no existe, los manifestantes se refieren así a la Policía en recuerdo de la «Guardia Nacional» de la dictadura somocista, derrocada hace 39 años por los padres de quienes hoy ocupan las barricadas.

De pronto, disparos. «Ahí están los hijueputas, si me dan, ya saben, le avisan a mi mama y mandan a la verga a esa pareja de hijuelacienputas», dice el «Tranquilo», con palabras que contrastan con sus maneras sobrias, como si la Policía lanzara flores en vez de balas.

Contrario a lo que pareciera, la sobriedad predomina en estas barricadas, donde sus ocupantes han visto de todo, desde cabezas destapadas por la bala de un francotirador, hasta el nacimiento de una bebé, llamada Victoria Abril en honor a la insurrección contra Ortega.

El «buenos días», «pase adelante», «den lugar», «con cuidado», «¿quiere agua?», «¿le ayudo?», son frases comunes en algunos tranques y barricadas, levantados por la población. «Gracias a Dios por la comida», dice de pronto el que menos se espera, a juzgar por su apodo, el «Bestia».

No todas las frases se dicen en palabras, también hay señas, como mostrar por dónde caminar, ofrecer un cigarro, o el ligero cabeceo de bienvenida inadvertida del Zurdo, aquel personaje que había quedado atrás.

Pero los manifestantes -en su mayoría- siguen siendo hombres, y a veces, cuando una joven pasa forzosamente por una barricada, se escucha un «Adiós amor». Es el «Aracelly», apodado así por la chavala que le partió el corazón. Inmediatamente se escucha una voz de mando: «¡Shhhht! Aquí no se tiran piropos», y saltan las burlas o «bullying», como dicen hoy los adolescentes.

Todo esto se escucha al pie de una barricada en Nicaragua, bajo el intenso sol o la furia de la lluvia, que puede ser de agua o de balas, sin que falle jamás el mayor insulto que un nicaragüense puede lanzar al que cree dictador: «¡Que se rinda tu madre!».

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