CRÓNICA | Dos canadienses pasan la noche de Halloween en el castillo de Drácula
EFE
No hay wifi ni televisión, pero el alojamiento en el que pasaron la noche de Halloween dos hermanos canadienses tiene otros atractivos: un castillo de leyenda con dos ataúdes forrados de terciopelo rojo para descansar en paz.
Tami y su hermano Robin Varma han pasado la noche en el Castillo de Drácula, en Transilvania, que perteneció a Vlad el Empalador, modelo histórico del vampiro creado por el novelista irlandés Bram Stoker.
Ambos han sido los primeros huéspedes extranjeros en 70 años en pasar la noche en la fortaleza de los montes Cárpatos, tras ganar un concurso de la plataforma de alquileres Airbnb, que contó con más de 88.000 participantes y cuyo lema fue: «¿Qué le dirías a Drácula si te encontrarás con él?»
El castillo gótico encaramado en una roca es una de las atracciones turísticas de Rumanía con medio millón de visitantes anuales, pero hasta ahora no estaba abierto a pernoctaciones.
El concurso de Airbnb se presentaba como un alojamiento habitual en su web de alquileres, aunque la descripción ayudaba a introducirse en el ambiente de la víspera del Día de Difuntos.
«Se te hiela la sangre solo de pensar que te alojarás esta noche tras sus muros. Un escalofrío te recorre el cuerpo: no es el frío de la noche, sino el miedo ancestral que te invade, más antiguo que los bosques que rodean el castillo. Se trata de la guarida del vampiro más famoso de la historia y no podrás escapar de ella hasta el amanecer», se lee en la página de esa plataforma.
Los hermanos explicaron esta medianoche a la televisión ProTv que su abuelo, un experto en literatura gótica, les transmitió la pasión por las historias de misterio y que habrían hecho cualquier cosa por pasar una noche en el Castillo de Bran, el nombre oficial del lugar.
«Nuestro abuelo estuvo aquí en los años 70. Nos contó que escuchaba pasos como si alguien lo siguiera de un modo extraño e interesante. Le honramos esta noche», contó Tami, de 30 años.
Pese a esa afición al misterio, Tami confesó que no iba a pasar la noche dentro del ataúd que les habían ofrecido para dormir en la cripta del castillo.
Aún así, la joven confió en que iba a ser «una de las mejores experiencias de su vida».
En medio de una ligera nevada, los dos hermanos llegaron al castillo en carruaje antes de que cayera la noche y allí los esperaba Dacre Stoker, anfitrión y sobrino-bisnieto del novelista irlandés, creador del personaje de Dracula en 1897.
Los dos invitados desconocían lo que podía ocurrir, como tampoco lo sabía el abogado londinense Jonathan Harker, con cuya llegada al castillo se inicia la famosa novela.
Stoker los recibió con las mismas palabras que empleó Drácula en la novela de su antepasado: «Bienvenidos a mi morada. Entren libremente, por su propia voluntad, y dejen parte de la felicidad que traen».
Para empezar la velada se les sirvió una cena a la luz de las velas como en el libro: Pollo con paprika, queso ahumado y coñac de ciruela.
Los invitados debían respetar unas normas estrictas, como no llevar joyas de plata y dientes de ajos, además de no hacer la señal de la cruz, llevar crucifijos ni tampoco sacarse un selfie frente a los espejos.
En realidad el novelista Bram Stoker nunca estuvo en este castillo, sino que lo vio en un grabado y lo consideró «perfecto para describir el castillo de Drácula», como declaró su sobrino bisnieto.
Pese a la leyenda, tampoco pasó nunca allí la noche Vlad Tepes, el «Empalador», el sanguinario príncipe rumano del siglo XV que inspiró la historia de Drácula.
Este castillo construido en el siglo XIV fue un bastión defensivo en Valaquia ante la expansión del Imperio Otomano.
En 1920 el municipio de Brasov se lo regaló a la reina María de Rumanía, nieta de la reina Victoria de Inglaterra, quien lo utilizó como su residencia estival.
En 1948 fue expropiado por el régimen comunista rumano y en 2006 restituido a los descendientes de sus propietarios originales.EFE