Crece el distanciamiento entre Pence y Trump
Infobae
Nunca nadie dijo que estaban hechos el uno para el otro: un conservador evangelista de carrera en el Partido Republicano, ex gobernador de Indiana, y un empresario de alto perfil en Nueva York, casado tres veces y estrella de reality show, que alguna vez se inscribió en el Partido Demócrata, aunque llegó a la presidencia de los Estados Unidos como republicano. Pero Mike Pence y Donald Trump mantuvieron durante cuatro años un matrimonio político de conveniencia que funcionó tersamente, y con una enorme lealtad en los momentos malos —de los hubo muchos, incluidos un impeachment y una pandemia—, al punto que parecía haber echado al olvido que durante las internas Pence había avalado a Ted Cruz.
Luego de los hechos del miércoles, sin embargo, parece haber crecido una gran distancia entre ellos, según medios como The Wall Street Journal (WSJ) o Business Insider; según el comentarista de Fox News Steve Doocy, en cambio, simplemente la amistad “se ha terminado”.
Fueron horas trágicas para la democracia en los Estados Unidos, luego de que Pence desoyera los pedidos de Trump de que se negara a certificar la victoria electoral de Joe Biden y Trump hablara en una marcha en Washington DC que derivó en un ataque al Capitolio.
Como resultado, cada uno parece sentirse traicionado por el otro.
“¡Después de todas las cosas que he hecho por él!”, se lamentó Pence ante el senador Jim Inhofe, de Oklahoma.
Trump, por su parte, se molestó en el último almuerzo que compartieron, en el que Pence le explicó por qué no era posible alterar legalmente el resultado de los comicios: la constitución establece que solo el Congreso tiene el poder de objetar lo que certifican los estados. “No quiero ser tu amigo”, se negó a escucharlo Trump. “Quiero que seas el vicepresidente”.
El distanciamiento cerró semanas de enorme tensión entre el presidente y el vice, que principalmente dejaron a Pence entre la espada y la pared. “Considero que mi juramento de sostener y defender la Constitución me impide adjudicarme la autoridad unilateral de determinar cuáles votos electorales se deberían contar y cuáles no”, argumentó Pence en una carta.
“Algunos asesores de importancia han dicho que Trump se ha descontrolado durante semanas, pero ahora dirige gran parte de su ira hacia el hasta hoy leal vicepresidente”, publicó Business Insider. El presidente vería en su segundo al culpable de su derrota.
El miércoles, en la marcha en la que habló ante sus fanáticos, Trump dijo: “Mike Pence va a tener que venir por nosotros”, aunque ya sabía que el vicepresidente pensaba respetar la constitución. “Y si no lo hace, será un día triste para nuestro país”. También tuiteó, en un mensaje que luego fue bloqueado en la plataforma: “Si Mike Pence hace lo correcto, ganamos la elección. Él tiene completo derecho a hacerlo”.
Mientras se dirigían a asaltar el Capitolio, los activistas pro-Trump “estallaron en un cántico bullicioso: ‘¿Dónde está Mike Pence?’”, recordó Business Insider. Pero mientras se sucedían los hechos violentos, Trump no se comunicó con su segundo. “¿Le preocupaba acaso que una turba furiosa a la que él le dijo que marchara al Capitolio pudiera herir al vicepresidente o su familia?”, dijo luego una fuente cercana a Pence, en alusión a que Karen Pence y su hija, Charlotte, habían acompañado al vicepresidente para el acto de certificación del resultado electoral.
Además, Trump dispuso que se prohibiera la entrada a la Casa Blanca del jefe de gabinete de Pence, Marc Short, a quien responsabilizaba de haber dado el consejo legal que fundó su decisión de certificar la victoria de Biden.
“Mike Pence no tuvo el coraje de hacer lo que debería haber hecho para proteger a nuestro país y nuestra constitución, dándoles a los estados la oportunidad de certificar datos corregidos, no los fraudulentos o inexactos que les solicitaron que certificaran antes. ¡Estados Unidos exige la verdad!”, tuiteó Trump y fue suspendido de la plataforma.
Pence, parcamente, recurrió también a Twitter para expresarse: “La protesta pacífica es el derecho de cada ciudadano, pero este ataque a nuestro Capitolio no será tolerado, y aquellos involucrados en él serán procesados con todo el rigor de la ley”. También sin hacer aspaviento se negó a aplicarle a Trump la vigésimo quinta enmienda de la constitución y sacarlo de su cargo, tal como le solicitaron —entre otros— los dirigentes del Partido Demócrata.
Según AP, un importante asesor republicano del Congreso dijo que la relación entre Trump y Pence “está bastante complicada en este momento”. La agencia también citó a personas cercanas al vicepresidente que lo describieron como “herido” y “enojado”.
No es la primera vez que la relación entre los dos líderes del poder ejecutivo estadounidense rechina: Dwight Eisenhower nunca disimuló su disgusto por Richard Nixon y Lyndon Johnson trataba a Hubert Humphrey con desdén. Sin embargo, Pence trabajó para defender las acciones del presidente, para dar una interpretación suave de su retórica ant los líderes internacionales y para asumir algunos de los proyectos más difíciles del gobierno, como la respuesta a la crisis del COVID-19.
Pero cuando Trump y sus abogados lo presionaron durante días de llamadas telefónicas y reuniones, con argumentos sobre la posibilidad de que el vicepresidente de Estados Unidos rechazara la certificación de votos de los estados, Pence consultó a su propio equipo legal y a académicos constitucionales, entre otros, y tomó por sí mismo la decisión de obedecer la ley fundacional del país. Trump “se puso furioso”, según una fuente de WSJ, cuando Pence le comunicó que acceder a su deseo “sentaría un mal precedente”.
El miércoles 6, bloqueado en las redes sociales, Trump pasó el día en la Casa Blanca, según lo describieron algunos asesores al periódico, “cada vez más enojado y aislado”. El jueves habló por teléfono ante la los miembros del Comité Nacional Republicano que participaban de la reunión de invierno en la Florida y les agradeció a los donantes, pero no mencionó la violencia en el Capitolio. Luego les otorgó la Medalla de la Libertad a los golfistas Annika Sorenstam y Gary Player, en una ceremonia privada.
“En momentos de crisis del pasado, con frecuencia el presidente pasó horas al teléfono, llamando a docenas de amigos y asesores para pedirles su opinión. Ese no fue el caso el miércoles y el jueves, dijeron los asesores, ya que varios de sus consejeros más cercanos condenaron públicamente su respuesta a los disturbios”, detalló WSJ. “También rechazó las llamadas de los asesores, entre ellos el ex gobernador de Nueva Jersey Chris Christie, quien dijo que el miércoles pasó 25 minutos tratando de comunicarse con el presidente para instarlo a que pidiera que cesase la violencia”.
Uno de esos auxiliares que hablaron con el periódico describió a Trump como “seriamente decaído”, “consumido por la pérdida de la elección” y “enojado con el vicepresidente”, además de “en modo bunker”.
Difícilmente haya ayudado que, mientras varios de sus funcionarios renunciaban —la primera, la secretaria de Transporte, Elaine Chao, esposa del senador Mitch McConnell—, algunos de sus defensores más acérrimos lo criticaran. El senador Lindsey Graham, notable entre ellos, dijo: “No cuenten ya conmigo. Ha sido suficiente”.
Y si eso no hubiera bastado, celebró a Pence: “En esta debacle de la última semana hay una persona que, para mí, se destaca sobre las otras. Y es el vicepresidente Mike Pence”, dijo el republicano de Carolina del Sur. “Las cosas que se dijeron de él, las cosas que le pidieron que hiciera en nombre de la lealtad, fueron excesivas, inconstitucionales, ilegales y hubieran sido malas para el país”.
El ex gobernador de Indiana había labrado, como describió Tim Phillips, presidente del grupo libertario Americans for Prosperity, “una relación durable y cercana con el presidente”, a pesar de sus diferencias de estilos y creencias. Sin embargo, a cuatro años de su comienzo, parece llegar, junto con el mandato, a un precipitado final.