Creadores de Ozempic, expectantes por su uso en párkinson y alzhéimer
EFE
Los científicos distinguidos con el Premio Princesa de Asturias de Investigación por los avances que han permitido el desarrollo de fármacos contra la diabetes y la obesidad como Ozempic consideran que se están abriendo nuevas fronteras para que sus descubrimientos puedan ayudar a tratar enfermedades neurodegenerativas como el párkinson o el alzheimer.
Los científicos Daniel J. Drucker, Jeffrey M. Friedman y los químicos Jens Juul Holst y Svetlana Mojsov, cuatro líderes mundiales en el campo de la endocrinología, se encuentran en Oviedo (norte) para recibir el viernes el Premio de Investigación Científica y Técnica, galardón que les fue concedido junto a Joel F.Habener por su contribución al desarrollo de medicamentos frente a la obesidad y la diabetes que «están mejorando la calidad de vida de cientos de millones de personas en todo el mundo».
Friedman ha sido pionero en establecer la base genética de la hormona que regula el apetito, mientras que Drucker, Holst y Mojsov, al igual que Habener, han estudiado el efecto de determinadas hormonas que regulan la secreción de insulina y, consecuentemente, los niveles de glucosa.
Sus descubrimientos han revolucionado el tratamiento de la diabetes de tipo 2, al permitir el desarrollo de fármacos que además juegan un papel activo en la reducción del apetito y para la bajada de peso.
«Estamos muy emocionados porque podría ayudar a combatir también enfermedades neurodegenerativas como el párkinson», reconoció en una comparecencia informativa Mojsov, quien espera que en pocos años haya respuestas sobre su eficacia, como las conseguidas con la diabetes, la obesidad y las enfermedades cardiovasculares.
El hecho de que el 95 % de la población mundial no tenga acceso o no pueda permitirse pagar por este tipo de medicamentos inyectables como Ozempic es, para Drucker, «un desafío para la sociedad», ya que aún deberán pasar entre tres y cinco años para que puedan presentarse estos fármacos en versiones más baratas y fáciles de comercializar, como pastillas.
Friedman incidió en que el objetivo es mejorar la salud de los pacientes y que la gran pregunta es cómo conseguir que llegue a la mayoría, algo presente en la Organización Mundial de la Salud, que está cuantificando cuántos cientos de miles de vidas se salvarían con su generalización.
Sobre este asunto, Mojsov reconoció que las farmacéuticas deberían buscar la manera de fabricar de forma más rápida y barata estos péptidos, algo que se verá facilitado cuando caduquen las patentes.
La rapidez se impone en un momento en el que la alta demanda está provocando unos problemas de abastecimiento que no se solucionarán en un plazo inferior a uno o dos años, el tiempo que se tardará en adecuar las costosas instalaciones para su fabricación, aunque aún deberá pasar algún año más para asegurar la comercialización, precisó Drucker.
«Por desgracia, hay mucha gente que necesita mucho más que una dieta para perder peso», dijo Drucker, y advirtió de que hay que ponderar bien los pros y los contras a la hora de dar este tipo de medicamentos a niños y adolescentes, si bien muchos están aprobados para niños de entre 12 y 18 años y funcionan en niños de 6 años con diabetes u obesidad.
Friedman insistió en que la pérdida de peso reduce el riesgo de enfermedades asociadas, como el infarto de miocardio, y en que hay que centrarse en las ventajas que ofrece para la salud y no por el estigma que suponen los kilos de más.
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