COVID-19 y el párkinson - 800Noticias
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Redacción 800 Noticias

La enfermedad de Parkinson es un trastorno neurológico degenerativo que afecta a más de 7 millones de personas en el mundo, unas 150.000 en España, estima la Sociedad Española de Neurología (SEN).

Es el segundo trastorno neurodegenerativo más frecuente tras la enfermedad de Alzheimer.

Desde el Hospital Ruber Internacional se advierte de que el número de afectados puede llegar a 300.000, aunque sin registro ni diagnóstico.

Esta patología se debe al déficit de dopamina, que se encarga de conectar los núcleos del cerebro responsables de la coordinación del movimiento.

En la enfermedad de Parkinson, por causas que aún no conocemos con exactitud, estas neuronas degeneran progresivamente, falta dopamina en el sistema, y el resultado es una falta de coordinación del movimiento y los síntomas motores“, explica la doctora Mónica Kurtis Urra, directora del Programa de Trastornos del Movimiento del servicio de Neurología del Hospital Ruber Internacional.

También están alterados otros mensajeros cerebrales, como la acetilcolina, el GABA, la serotonina y la adrenalina, relacionados con otros circuitos cerebrales y con muchos de los síntomas no motores de la enfermedad”, prosigue la doctora.

“Aunque aún se desconocen muchos de los factores que influyen a la hora de desarrollar la enfermedad, la edad no es único. Se han descrito más de 20 mutaciones genéticas que podrían explicar cerca del 30 % de las formas familiares de la enfermedad (sobre todo aquellos casos de inicio temprano) y el 3-5 % de las formas esporádicas, explica el doctor Diego Santos, Coordinador del Grupo de Estudio de Trastornos del Movimiento de la SEN.

Entre algunos de estos factores, el doctor Santos señala agentes ambientales, como ciertos hongos, bacterias y virus, posibles responsables del aumento de riesgo. Del mismo modo, indica que haber padecido algún traumatismo craneoencefálico, puede influir.

Un 40 % no presenta temblores

Cuando se habla de la enfermedad de Parkinson, gran parte de la población piensa en persona mayor con temblores. Sin embargo, la doctora Kurtis habla de síntomas muy diferentes.

Se define también por la presencia de varios síntomas motores, es decir, rigidez, lentitud, temblor de reposo e inestabilidad de la marcha. En algunas personas se puede ver afectado el sueño, el estado de ánimo, la capacidad intelectual y el sistema autonómico, dando pie a estreñimiento, sudoración, urgencia urinaria y sensación de mareo al levantarse”, añade Mónica Kurtis.

Para tener una imagen más clara de lo que puede ser el párkinson, los profesionales destacan que hasta un 40 % de los pacientes no presentan temblor, y que en un 40 % la depresión es la primera manifestación.

Diagnóstico y tratamiento

En palabras de los expertos, existe un tratamiento eficaz y, por tanto, el diagnóstico precoz es fundamental.

El diagnóstico de esta enfermedad es clínico, afirman los expertos, es decir, que no existe ninguna prueba de imagen ni de sangre que confirme la existencia de la enfermedad.  Se basa en la historia que refiere el paciente y el examen neurológico y general.

En cuanto al tratamiento, la doctora Kurtis comenta que existen múltiples fármacos que ayudan a paliar los síntomas.

E, incluso, la posibilidad de terapias con bombas de infusión continua con apomorfina o levodopa intestinal y también cirugía mediante estimulación intracraneal o ultrasonidos (HIFU)”, afirma la neuróloga.

COVID-19 y párkinson

En palabras del doctor Diego Santos, no hay evidencia de que los pacientes con párkinson tengan un mayor riesgo de contraer COVID-19 o de tener un peor pronóstico en caso de resultar contagiados.

Sin embargo, sí está claro el impacto que ha tenido y está teniendo la pandemia sobre la enfermedad.

En septiembre del año pasado, la SEN presentó un estudio con el que concluyeron que el 66 % de los pacientes experimentó un empeoramiento de sus síntomas durante el confinamiento y que un 33 % presentó problemas cognitivos y trastornos del comportamiento.

Pero, de igual manera que la COVID-19 ha impactado negativamente en los afectados por la enfermedad, también lo ha hecho con el cuidador del paciente.

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