COVID-19 mantiene con limitaciones celebración del Ramadán
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Tal y como ocurrió el pasado año, tras la presencia de la pandemia por Covid-19 y la implementación de las medidas preventivas sanitarias ha quedado condicionada la práctica religiosa para gran parte de los casi 2.000 millones de musulmanes en el mundo.
Según el Pew Research Center, los musulmanes celebran por segundo año consecutivo el Ramadán bajo los efectos de la pandemia.
El mes en el que fue revelado el Corán, el libro más sagrado para los seguidores del islam, el más espiritual, el de mayor compasión hacia los pobres, llega acompañado este año de un aumento de la pobreza sin precedentes en las últimas décadas.
El Ramadán empezó en la mayoría de los países musulmanes el pasado martes. Durante 30 días la comunidad musulmana mantiene un ayuno que suele romperse al caer la tarde. Constituye un ejercicio físico y espiritual que hace sentir al creyente las necesidades que padecen los pobres. En el momento de la ruptura del ayuno –el iftar en árabe– las calles se llenan de gente y las terrazas de comensales. El iftar suele mantenerse con reuniones familiares y sociales que exaltan la celebración de la vida. Pero este mes, en muchos países, esa alegría quedará mermada en las calles debido a las restricciones por la covid.
Las diferentes ciudades y países con presencia de mulsulmanes celebran su fiesta con limitaciones, en algunos casos han debido implementar medidas que eviren aglomeraciones. La medida del toque de queda durante el Ramadán en ciertas ciudades no ha estado exenta de polémica. El jueves por la noche se registraron enfrentamientos en Tánger entre fuerzas de seguridad y manifestantes que reclamaban la celebración de la plegaria de tarawih, en el barrio de Warda.