COVID-19 | Los jóvenes están sacrificando su salud mental, revela estudio francés
Francia hoy
Con el confinamiento, los toques de queda, la escuela virtual y el cierre de establecimientos, los adolescentes están perdiendo los momentos más importantes de este periodo de su existencia, los placeres de la cotidianidad y la vida escolar. Los jóvenes están pagando con su salud mental los costos de esta pandemia.
Según un estudio del Centro Nacional de Resiliencia, de 69 mil universitarios encuestados en Francia, el 27 5% presentó ansiedad severa, es decir tres veces más que antes de la pandemia; el 22, 4% angustia y sufrimiento severos; el 24,7 % estrés grave, diez puntos más que en tiempos sin coronavirus. La depresión también aumentó y los deseos suicidas se dispararon al 11, 4%.
“La tristeza y el sentimiento de angustia viene del hecho de que los jóvenes creen que el futuro se ha cerrado” dice Pilar Arcella-Giraux, psiquiatra y salubrista pública, referente de prevención y promoción de salud mental en la Agencia Regional de Salud de la región Île-de-France.
La doctora Arcella-Giraux, quien también dirige el Departamento Territorial y de Salud Urbana en el que se tratan jóvenes, advierte que más que el deseo suicida, el riesgo está en no tratarlo a tiempo para evitarlo.
De igual forma, los severos síntomas de angustia y depresión disparados en los adolescentes son objeto de tratamiento, en la mayoría de las veces con “técnicas simples que se apoyan en herramientas que vienen, por ejemplo, de la meditación, el arte o la música”.
a especialista subraya la importancia de que se adecuen los medios para que este tipo de conocimientos se popularicen y la gente pueda tener estas herramientas a la mano.
Compartir el dolor con sus pares
El problema de la ayuda profesional para los jóvenes es que muchos servicios clásicos de psiquiatría y consultas en salud mental cerraron durante el primer confinamiento (primer semestre de 2020) mientras crecía la avalancha de jóvenes buscando ayuda. Según el sondeo del Centro Nacional de Resiliencia, para el mes de mayo pasado, un 12% de los 30 estudiantes que admitieron presentar problemas habían consultado un especialista de la salud mental.
Ante la situación, la Agencia de Salud Regional de Île-de-France reforzó con profesionales y tecnología plataformas telefónicas de apoyo como “Nightline” –línea de noche– manejada por estudiantes formados para ayudar a sus pares con problemas.
Otro de los inconvenientes que se presentan en el tratamiento de la salud mental de los jóvenes es que para “la mayor parte de los estudiantes, por su edad, la consulta individual no es la más apropiada. Ellos prefieren la ayuda de sus pares o los grupos animados por profesionales, pero en los que puedan compartir experiencias. Para ellos es muy importante socializar el dolor con gente de su edad”, dice la experta.
Encerrados rumiando su existencia
¿Qué voy a hacer cuando termine la universidad? Escogí la carrera apropiada. Lo estoy haciendo bien. Encontraré un trabajo. ¿Seré bueno en mi profesión? Preguntas existenciales que se hacen todos los adolescentes pero que durante el obligado encierro de este último año se han convertido en una duda tormentosa.
“Esas preguntas se resuelven mirando cómo hacen los otros, en el intercambio colectivo, en los espacios de intersticio no formales. Todo eso ayuda a construirse”, explica la psiquiatra, y agrega que “con el aislamiento y la dificultad con los horarios, en los que noche y día y lunes y martes son la misma cosa, los jóvenes se desestructuran y empiezan a rumiar esas preguntas sin encontrar en qué apoyarse para manejar la angustia que les producen dichas cuestiones. Ahí aparece el sufrimiento”.
Tapabocas, clases virtuales, hambre y dignidad
Para muchos universitarios en Francia la pregunta existencial es qué voy a comer mañana, porque los estudiantes han sido víctimas de la pandemia económica generada por las medidas restrictivas para evitar el contagio.
Con el cierre de restaurantes, bares y el recorte de empleados en varias empresas, una buena parte de ellos perdieron los trabajos que en este país ocupan los jóvenes. “Además de pasar hambre, su dignidad ha sido atacada. Al empezar a perder la dignidad, que es un factor de protección muy fuerte, el joven comienza a sentir que se deshumaniza”, dice la experta.
La psiquiatra Arcella-Giraux advierte que no tener relaciones sociales también produce ese sentimiento de deshumanización. “Cada mirada hacia nosotros nos humaniza. Y en las clases virtuales, no existe la mirada del profesor o se trata de una mirada global a través de la pantalla. Yo admiro a esos profesores que se han adaptado de esa manera. Pero, el estudiante necesita la mirada del profesor así sea para reprenderlo. Para el estudiante es muy complicado vivir sin la mirada de los otros y sin tener respuesta a lo que él hace”.
La Unicef ha publicado un manual con estrategias para proteger la salud mental de los adolescentes que viven esta nueva y difícil normalidad.
En el mismo sentido, la psiquiatra y salubrista pública Arcella-Giraux hace un llamado al optimismo y al compromiso de los adultos con los adolescentes del coronavirus: “Los jóvenes tienen una capacidad de resiliencia impresionante. Ellos pueden vivir cosas muy duras y recuperarse muy bien, tener un trabajo, aportar mucho a la comunidad, fundar una familia. No podemos pensar en una generación perdida. Hay que pensar cómo vamos a hacer para apoyar estos jóvenes y su capacidad de resiliencia. Y confiar. Ser optimistas”.