Correa, el más grande opositor del Gobierno de su propio movimiento político
EFE
El expresidente de Ecuador Rafael Correa se afianza como el más grande opositor del Gobierno de su propio movimiento político, Alianza País (AP), resquebrajado entre quienes lo apoyan y los leales al jefe de Estado, Lenín Moreno.
En su corta estadía en Ecuador, que terminará mañana, el propio Correa se ha declarado opositor de Moreno por haber «traicionado» su proyecto político llamado «Revolución Ciudadana», extremo rechazado por el gobernante.
Con Correa y su fuerte temperamento, AP se apuntaló desde 2007 como una cohesionada agrupación política que actuó compacta, pese a ciertas discrepancias internas, mientras en la última década otros grupos políticos se fueron debilitando.
El movimiento opositor CREO, del excandidato presidencial centroderechista Guillermo Lasso, es uno de los que logró mantenerse en la arena política, en la que ahora otras agrupaciones podrían beneficiarse del resquebrajamiento del movimiento oficialista.
Para el ministro de Educación, Fánder Falconí, AP nació como una alternativa frente al neoliberalismo y «si esto se destruye, -dice- finalmente quien va a usufructuar, evidentemente, son los sectores de derecha que tienen otro tipo de propuesta programática».
Y precisamente Correa acusa a Moreno de haber dado un giro a la derecha y critica el proceso de convocatoria a una consulta popular, para febrero próximo, en la que, entre otros temas, figura la eliminación de la reelección indefinida.
En caso de que el «Sí» gane en esa pregunta, eventuales aspiraciones de Correa para repetir el cargo quedarían eliminadas y por ello el ala correísta de AP cree que la convocatoria busca sacarlo de la arena política.
Para Correa, la convocatoria «destruye el estado de derecho» y configura un «golpe de estado».
Ello porque en una de las preguntas se solicita autorización al pueblo para que, en aras de la lucha contra la corrupción, permita reestructurar el Consejo de Participación Ciudadana que designa a las autoridades de control.
«Se trata de cuatro de cinco de las funciones de Estado: o sea el Ejecutivo más tres funciones que (Moreno) pasaría a controlar. La única que no controlaría es la Asamblea, que la va a controlar en pacto con la derecha», especula.
Correa, a quienes sus detractores le llamaron varias veces «dictador» durante su administración, asegura que con esa consulta en ciernes se propone «una dictadura, poderes totales a Lenín Moreno».
Enumera que el Consejo selecciona a: fiscal, contralor, procurador, defensor público, defensor del pueblo, los seis superintendentes, consejo nacional electoral, el tribunal contencioso electoral, el consejo de la judicatura y la corte constitucional.
Y por ello teme que si gana el «Sí» en la pregunta del Consejo de Participación, seguramente enfilarán contra él y no podrá regresar al país porque le «buscarán cualquier tontería» de la cual acusarle, dice.
Añade que eso se complementa con la pregunta uno, que señala que si alguien es sentenciado por corrupción, pierde sus derechos políticos.
Pero Moreno, a quien Correa aupó en las elecciones que lo llevaron a la Presidencia, defiende que con la consulta busca, entre otras cosas, transparentar la elección de las autoridades de control y fortalecer el equilibrio entre funciones del Estado.
El jefe de Estado se muestra seguro de que el pueblo lo apoyará en la consulta y ha subrayado que su administración no hará nada «sin la participación ciudadana. ¡Nada sobre ustedes sin ustedes», ha repetido.
Moreno, quien fue vicepresidente de Correa en los primeros años de su década de su Gobierno, que comenzó en 2007, ha asegurado que «nunca» utilizará el poder que le ha encargado el pueblo «para odios o rencillas» y ha ratificado que mantendrá su política de diálogo, que difiere de la confrontativa con la que gobernó Correa.
El expresidente ha criticado que Moreno dialogue con sectores abiertamente opuestos a su administración, que fue precisamente el detonante para el pulso que comenzó con el gobernante poco después de entregarle el cargo el 24 de mayo pasado.
Y aunque desde el interior de AP se criticó ese proceso de diálogo, Moreno fue juntando adeptos y al poco tiempo de asumir el cargo opositores empezaron a coincidir con sus postulados, mientras el ala correísta se distanciaba cada vez más, al punto de tener ahora en el expresidente a su más grande opositor.