¿Conviene hacer un balance a fin de año?
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Cada vez que se acerca el cierre de año empieza una vorágine por actividades sin terminar, compromisos, recuentos de última hora, y, en la última posición, a veces la planificación del próximo período.
Un balance es una evaluación directa sobre el peso que tus acciones han tenido en tus resultados.
Para muchos cada fin de año es extenuante por la cantidad de actividades a desarrollar en tiempo récord. Es frecuente que aparezca la autoexigencia que parece obligar a las personas a hacer en pocos días aquellas cosas que no entraron en el resto de los meses.
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¿Sí o no?
Por lo general, hacer balances a fin de año suele llenar de frustración a muchas personas, sobre todo debido a los objetivos que no se cumplieron. Ya sea que hayas marcado metas personales o profesionales, es probable que algunas de ellas sí las hayas concretado, y otras quedaron en el camino.
Lo importante es saber que más allá del logro obtenido, es posible que, por la marcha de los acontecimientos, los cambios y los contextos, algunos de los objetivos no llegaron a concretarse.
Desde una mirada interna, podemos observar esta situación de tres maneras:
- Lo negativo > Lo que no pudiste alcanzar o cumplir.
- Lo positivo > Enfocándote en todo lo que sí concretaste.
- La visión alternativa > Qué siento y qué puedo hacer mejor
La vida no es una ciencia exacta
A diferencia de las matemáticas, en la vida no existe esa precisión. Pedir que el balance “cierre” suele ser una utopía. Lo que sí es posible es capitalizar las experiencias de tal forma que el saldo sea positivo.
También hemos de contabilizar los intentos y aquellos puntos de inflexión en nuestra vida, los hitos, que quizás llegaron en forma de experiencias desafiantes o dolorosas: forman parte de este recuento de vida.
La tendencia de la mayoría de las personas es que el estado emocional del momento preciso en que hacen el balance influye en el resultado.
Esto significa que, tal como te sientes ahora mismo influye en tu balance (y en tus resultados concretos de experiencias).
Para poner un ejemplo: si haces un brindis con tus amigos expresando tu balance en medio de una fiesta divertida, seguramente tenderá a ser más positivo; y si lo haces en medio de un conjunto de problemas presentes, el resultado será más negativo.
Esto significa que el entorno y el momento influye a la hora de hacer las recapitulaciones.
Lo ideal es buscar el mayor equilibrio para que ni lo emocional afecte tanto, ni lo racional deje ocultos los sentimientos legítimos de las situaciones que vives.
7 tipos de balances con ejercicios prácticos
Para acompañar el proceso de despedirse de un nuevo año (y también funciona para un ciclo de vida de cualquier tipo, por ejemplo, cuando te mudes de hogar, cambies de trabajo, de ciudad, etc.), podemos aplicar estas herramientas prácticas con el fin de revalorizar el tiempo de balances y salir fortalecidos:
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Haz balances parciales
El llegar justo al final y querer hacer una evaluación suele ser agotador, sobre todo si estás en la vorágine propia de estas fechas. Lo conveniente es hacer una recapitulación cada tres meses para enfocarte en los aspectos esenciales de tu vida (ejemplo: salud, familia, pareja, trabajo, ocio).
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Crea un balance de gratitud
Se trata de poner de relieve todas las cosas por las que estás agradecido, empezando por lo más simple. Si lo haces diariamente en tu etapa de balances (por ejemplo, durante todo el mes de diciembre completo) observarás un mayor equilibrio y posibilidad de ver las situaciones desde otra perspectiva.
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Balance en primera persona
Muchos tienen la tendencia a hacer el balance en relación con los demás: “porque x persona hizo tal cosa, me siento x en cierto aspecto y por eso mi balance es (de tal forma)”. La invitación es a hacerlo en primera persona, ya que los resultados dependen directamente de tus acciones e intenciones. De alguna forma todo lo que vivimos lo creamos, provocamos y permitimos, aunque a veces sea duro de aceptar.
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Balances compartidos
Esta herramienta es ideal para implementarla en familia o con los compañeros de trabajo. Se trata de dibujar en forma física un balance de equipo, tomando en cuenta la ruta del conjunto durante el período a analizar. Cada uno hará sus aportes, se escribirán con distintos colores, y se buscarán conexiones con flechas entre lo que refleja cada miembro del team.
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Balance y propuesta superadora
Cuando algunos aspectos del balance personal no resultaron como esperabas, la sugerencia es que analices rápidamente los motivos, y, a la vez, evites quedarte rumiando en esa emoción de lo incompleto o lo que no salió según tu expectativa. El paso superador es que coloques una próxima acción de ese aspecto en tu plan de objetivos del siguiente año -por ejemplo-, para encararlo con energía y entusiasmo.
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Balance del peso específico de lo esencial
Otra herramienta es dibujar una balanza con dos platillos (como las antiguas de los almacenes); identificar un lado positivo y otro a mejorar. Sobre cada aspecto, escribir aquellas cosas esenciales de la vida, los pilares de tu existencia y las cosas que para ti son importantes. Sólo eso. Luego, verificar cómo está la balanza, y qué cosas podemos restar de un lado y agregar del otro para lograr un mayor equilibrio.
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Balance con propósito
En este caso, el enfoque estará puesto en aquellas acciones que fueron trascendentes para ti desde la perspectiva de tu aporte al mundo, tu legado y propósito personal y profesional. Cómo estos aspectos son fundamentales para muchas personas, ayudará escribirlos en listas para tomar dimensión de lo sobresaliente en el período de análisis. La intención es tomar perspectiva de lo cotidiano y observar a distancia la huella que has dejado como impulso para seguir adelante.
Como observarás no existe un solo tipo de balance, y el resultado depende directamente de tu actitud. Y de tu altitud al observar dependerá el enfoque que le pongas a la perspectiva de esta revisión de tus experiencias de vida.