+VIDEO | Consagración de Venezuela al Santísimo Sacramento
Por: María García de Fleury
A finales del siglo XIX la situación político-social de Venezuela se encontraba en medio de muchas confusiones, la Iglesia tuvo que afrontar situaciones muy difíciles durante la independencia y la primera época republicana. Se vivieron momentos como la Guerra de Independencia, la Guerra Federal, las dictaduras militares y los ataques hacia la Iglesia. En vista de las nuevas perspectivas que se vislumbraban surgió la iniciativa de consagrar la República al Santísimo Sacramento.
La historia de esta consagración a Jesús sacramentado se remonta al año 1882, con la instauración de la adoración perpetua en la iglesia de Las Mercedes en Caracas. Estaba entonces al frente de ella el presbítero Juan Bautista Castro, capellán de Santa Capilla y quien más tarde fue arzobispo de Caracas, fundador de la Congregación de las Siervas del Santísimo Sacramento.
El padre Juan Bautista Castro propuso en ese momento de auge del culto al Santísimo Sacramento que se consagrara a Venezuela a Jesús de eucaristía. Fue así como se constituyó una junta nacional liderada por el mismo padre Juan Bautista Castro quien se abocó a trabajar al respecto.
Bueno amigos, hay que reconocer que el principal propulsor de la consagración oficial fue este padre Juan Bautista Castro que para ese entonces era capellán de Santa Capilla, era un hombre ilustre, tenía muchos títulos.
Después de haber hecho un trabajo muy concienzudo, el padre Juan Bautista Castro solicitó formalmente al episcopado nacional que se consagrara a perpetuidad la República de Venezuela al Santísimo Sacramento; esta petición fue unánimemente aprobada por todos los obispos venezolanos, a partir de allí la solicitud fue llevada a Roma y después de un profundo examen el papa León XIII aprobó la solicitud de consagrar a Venezuela al Santísimo Sacramento del Altar.
Este momento tan especial se preparó con gran delicadeza y el 2 de julio de 1899, el arzobispo de Caracas, monseñor Críspulo Uzcátegui, leyó el acto de consagración a perpetuidad que entre otras cosas decía: “Recíbenos salvador nuestro, concédenos que venga a nosotros tu reino eucarístico, levanta bien alto tu trono en nuestra república, a fin de que en ella te veas glorificado por singular manera y sea honra nuestra de distinción inapreciable el llamarnos la república del Santísimo Sacramento. Te entregamos cuanto somos y cuanto tenemos, cubre nuestra ofrenda con nuestra mirada paternal y hazla aceptable y valiosa en tu divina presencia”.
Amigos, la consagración a perpetuidad de Venezuela al Santísimo Sacramento del Altar quiere decir que Venezuela es de Cristo Eucaristía y de nadie más, que pertenecemos a él y sólo a él, y que en el corazón de cada venezolano debe arder la llama de amor por el santísimo Sacramento del Altar.
Desde entonces, Venezuela es llamada República de Venezuela del Santísimo Sacramento y somos el único país que en el momento de la consagración tiene permiso de la Santa Sede para que suenen las notas del Himno Nacional, porque estamos diciendo a Dios presente en toda su divinidad en medio de nosotros y, amigos, ¡con Dios siempre ganamos!