Conoce qué pasa en tu cerebro cuando haces un “maratón de series»
Con información de Yahoo
Te sientas delante del televisor dispuesto/a a ver esa serie de la que todos están hablando. Le das al play y las horas comienzan a volar, capítulo tras capítulo, hasta que el cansancio te avisa que ya no puedes más. Entonces te das cuenta de que has visto la mitad de la temporada – o más. Y todavía tienes ganas de ver otro episodio.
Nos ha pasado a todos. Es difícil apretar el botón de stop cuando no sabemos cuál será el próximo paso de Claire Underwood, Walter White, Daenerys Targaryen o Celeste Wright. Y así nos sumimos – de manera más o menos inconsciente – en un maratón de series.
De hecho, una encuesta realizada por Netflix reveló que el 61% de sus usuarios se da atracones de series regulares, viendo entre dos y seis episodios en cada sesión. Y un análisis más reciente confirmó que “en vez de ver un episodio por semana, los miembros de Netflix optan por atravesar una serie, es decir, terminan una temporada completa en una semana, como media”.
Lo curioso es que, mientras miramos la serie, experimentamos sentimientos positivos, pero es probable que al llegar al final no solo nos sintamos exhaustos sino también frustrados y desanimados porque no tenemos más capítulos que ver y tendremos que esperar varios meses hasta la próxima temporada. Si es así, ¿por qué nos enganchamos tanto?
Los maratones de series se refieren al hábito de mirar la televisión durante un periodo de tiempo prolongado, generalmente dedicando varias horas a un solo programa. Este fenómeno, también denominado “observación compulsiva”, puede catalogarse como una pseudoadicción.
Ver una serie que nos gusta es una actividad agradable y placentera que activa la liberación de dopamina, un neurotransmisor clave en el sistema de recompensa interna. La dopamina cumple dos funciones esenciales: facilita el aprendizaje relacionado con la recompensa y fortalece el recuerdo de los estímulos vinculados a esa recompensa.
En otras palabras, la dopamina es la encargada de “marcar” todo aquello que nos genera placer y reforzar los comportamientos que nos permiten obtener ese placer. Cuando nos damos un “atracón de series”, nuestro cerebro produce dopamina continuamente y experimentamos un efecto similar al que producen las drogas. De hecho, las vías neuronales y la respuesta cerebral ante un maratón de series son las mismas que activan las adicciones.
Por eso, entre otras razones, nos resulta difícil dejar de ver la serie. La gratificación instantánea que produce esa actividad es similar a la que experimentan los jugadores adictos, quienes incluso después de ganar no se sienten satisfechos y quieren seguir. Eso significa que cuando nos ponemos delante de la pantalla, no solo deseamos ver el contenido de la serie – esa es la excusa – sino que buscamos la sensación de placer que nos provoca ver un episodio tras otro.
El problema, como explicó un exhaustivo estudio publicado en la revista Mente y Cerebro, es que cuando este comportamiento se repite a lo largo del tiempo, la cantidad de dopamina liberada termina alterando el funcionamiento cerebral, específicamente los circuitos del sistema de recompensa. El número de receptores dopaminérgicos disminuye, lo cual explica la paulatina disminución de los efectos placenteros que provoca ver un solo capítulo de la serie y la sensación de anhedonia, falta de energía y depresión situacional que experimentamos al terminar el visionado, un estado similar al síndrome de abstinencia.
Dado que las vías dopaminérgicas se proyectan hacia la corteza prefrontal – donde se concentran nuestras funciones ejecutivas, esas que nos permiten ser conscientes de nosotros mismos, valorar los riesgos y posibilidades, reflexionar antes de actuar y decidir cuál es la actuación más conveniente en un momento dado – los cambios neuroquímicos que provocan las adicciones terminan disminuyendo su metabolismo. Eso significa que nuestra corteza prefrontal trabajará a media capacidad, por lo que no seremos plenamente conscientes de que tenemos un problema y no podremos tomar medidas para controlar la adicción.