Un equipo de científicos descubrió qué ocurre exactamente cuando se produce un brote de acné en la piel y por qué sucede, un importante logro que podría dar pie a nuevos tratamientos contra el acné en pocos años. El trabajo fue publicado en Science Inmunology.
Richard Gallo y sus colegas, de la Universidad de California, Estados Unidos, hallaron que una bacteria aparentemente inofensiva que vive en la piel puede volverse una inflamación imparable acompañada de espinillas cuando se halla atrapada en condiciones carentes de aire y sustancias oleosas como las halladas en los folículos del cabello.
El ambiente falto de oxígeno propicia que la bacteria, Propionibacterium acnes, convierta al cebo (una materia grasosa que se aloja en la piel) en ácidos grasos que activan la inflamación en las células de la piel cercanas. Analizando combinaciones de bacteria con células de piel y cabello humano, el equipo de Gallo halló que los ácidos grasos desactivan enzimas llamadas histonas deacetilasas que normalmente actúan como frenos a la inflamación. Una vez que estos frenos están apagados, cataratas de químicos son producidos por células de piel agravando el tipo de inflamación que causa el acné.
«Por primera vez, este trabajo muestra qué tanto los ácidos grasos derivados de Propionibacterium acnes actúan en células de piel para producir inflamación», dice Holger Brüggemann de la Universidad Aarhus, Dinamarca, que en el 2004 desentrañó el genoma entero de la bacteria de la piel.
Complicaciones
Según el equipo, rascarse el rostro o la zona del brote no es solución, pues las bacterias se agrupan para formar estructuras llamadas biopelículas, ecosistemas microbianos que se anclan en la piel. Los tratamientos potenciales se vuelven complicados por el hecho de que ciertas cepas de Propionibacterium acnes son de hecho, beneficiosas para la piel. Sin embargo, el equipo confía en que sus experimentos llevarán a nuevos tratamientos. «Podríamos inhibir estos ácidos grasos o bloquear su impacto en la piel, estamos trabajando en ello», explica allo a NewScientist.
El autor cree que el descubrimiento podría ayudar a explicar por qué alguna gente es más proclive que otros a desarrollar acné. Podría ser que los folículos de algunas personas son especialmente sofocantes. Otra opción es que algunas personas podrían heredar genes que hacen sus pieles más vulnerables a la inflamación por los ácidos grasos producidos por las Propionibacterium acnes, o podrían tener cepas de las mismas bacterias que producen una excesiva cantidad de dichos ácidos.
De acuerdo a Brüggemann, los adolescentes son los más vulnerables a los brotes porque los aumentos de las hormonas sexuales durante la pubertad llevan a la producción de sebo extra en la piel. Este sebo permite a las referidas bacterias en los folículos capilares producir más ácidos grasos que agravan la inflamación, llevando a la aparición de más acné. «Con suerte, podríamos tener nueva medicación para este problema en dos a cinco años», agregó Gallo.
Actualmente, los médicos tratan los cuadros de acné severo con antibióticos, hormonas y reguladores (como pastillas anticonceptivas) o Isoretinoin (más conocido como Roaccutane o Accutane). Todos tienen efectos colaterales (inflamaciones, sangrado, dolores), no ofrecen curas de largo plazo, y en algunos casos el efecto positivo es imperceptible.