Uno de los casos más conocidos es el de Derek –nombre falso para proteger su identidad-, este hombre estuvo cinco años contándole de manera constante chistes a su esposa, hasta el punto de despertarla en la madrugada para contarle una historia que le pareció graciosa como esta:
“Me fui al Departamento de Vehículos Automotores para sacar mi licencia de conducir. Me hicieron un examen de la vista y esto es lo que me dijeron: ABCDEFG, HIJKMNÑLOP, QRS, TUV, WXY y Z. Ahora ya me sé el abecedario. ¿Me pueden dar mi licencia, por favor?”.
La situación fue tal que la esposa lo llevó al neurólogo de la Universidad de California, Mario Mendéz, quien alegó que: “Realizó bromas constantemente hasta que se hizo difícil interrumpirlo”. Por lo que Mendéz lo diagnosticó con el mal de Witzelsucht, la llamada “enfermedad del chiste”.
Cabe destacar que este trastorno es poco conocido por lo que no tiene suficientes investigaciones que hayan encontrado un tratamiento específico y eficaz. Sin embargo, se ha logrado mejoras importantes en estas personas con ciertos fármacos antidepresivos.