Confesiones de una editora de belleza: mis cuidados de pelo
Agencias
Ya os he contado cómo me mimo la cara de manera un poco especial durante este extraño momento que todos estamos pasando. Hoy os cuento además qué hago para mantener la melena hidratada, lo mismo que que cuerpo.
BAJO LA DUCHA
Aunque preferiría estar bajo el mar, como los personajes de ‘La Sirenita’, por ahora con mi rato bajo la ducha me conformo. En la ducha pienso. Reflexiono. Me vienen ideas. Canto. Y me lavo el cuerpo no con cualquier gel de ducha, no. Vuelven a entrar en juego aromas y texturas que me dan ganas de ir a comerme el día… aunque sea desde mi ofi casera. De ahí que elija con mucho mimo el gel. En estos días de cuarentena me levantan el ánimo el hidratante y revitalizante de Jowaé, con extracto de bambú y olor a ídem, y el de The Ritual of Happy Buddha de Rituals, que es un espuma como de afeitar deliciosa que huele a naranja, es hidratante y no su nombre no engaña: te saca una sonrisa.
Al salir, me embadurno entera con la leche-crema de Embryolisse, de olor neutro, que ya me he dado una sobredosis, estupenda para mi cuerpo reseco (¡esto es genético!).
MÁS QUE PELO, PELAZO
Bajo la ducha también le dedicó buenos ratazos (tengo una cantidad indecente, está feo decirlo, pero es así, preguntádselo a mi peluquero que me dice que para darme mechas necesita el tinte de tres cabeza, ‘true story’) a mi pelo. Soy muy de los champús de Pantene y Fructis, nos os vayáis a creer, pero los alterno con el que usa mi peluquero (y van dos veces que le nombro, desde aquí, querido gurú capilar, ganas de que me metas man a la melena), el que protege y reaviva el color de Vidal Sassoon. Y lo hago por dos motivos: uno, porque de verdad se nota el pelo más brillante, suave y la mecha más viva; dos, sí, lo habréis adivinado, porque el olor me transporta a la peluquería, uno de mis lugares felices donde vuelvo con la mente para refugiarme, de esos que mencionan en ‘El club de la lucha’.
Además del lavado, con un masaje a conciencia del cuero cabelludo, a veces hasta se me cae la baba del gustito que me da, acondiciono o una mascarilla o me doy las ampollas de Pantene, que hidratan como una mascarilla pero me dejan la melena suelta, sin apelmazar. Y luego aceite, mucho aceite: me los doy cuando salgo con el pelo húmedo pero también voy reaplicando en seco, en estos días de confinamiento, muchas noches me embadurno con uno (Sassoon, Sisley o Moroccan Oil, mis prefes). En las puntas, para mantenerlas bien, pero también en el largo, que también ayuda a que las mechas se sigan viendo bonitas.
A lo que he renunciado es a darme productos de peinado: aprovecho el confinamiento para hidratar todo lo que puedo mis rizos sin forzar que se queden más o menos marcados. Ellos, como mis uñas, que no estoy pintando, que aprovechen para descansar.
ALGUNOS TRUQUITOS Y MÁS…
Ya fuera del baño, durante el día, también me concedo algún que otro momento de desconexión ‘beauty’: cuando me aplico dos veces al día. Porque aunque ncrema de manos cada vez que me las lavo (calculad), o la de Neutrogena o de la de karité de L’Occitane, y cuando me perfumo, una o o salga de casa, antes de sentarme al ordenador tengo que vaporizarme perfume. Lo necesito, me lo pide el cuerpo y la cabeza. Algo fresquito, que huela a cítricos como L’Eau d’Hadrien de Annick Goutal o Bergamote Soleil de Atelier Cologne me ayudan a evadirme y a pensar, durante un rato largo, que no esto en un piso al sur de Madrid, sino en un campo soleado a orillas del Mediterráneo..
A lo que he renunciado es a darme productos de peinado: aprovecho el confinamiento para hidratar todo lo que puedo mis rizos sin forzar que se queden más o menos marcados. Ellos, como mis uñas, que no estoy pintando, que aprovechen para descansar.
El Mundo