¿Cómo viven la pandemia los latinos sin papeles en Reino Unido? - 800Noticias
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Londres, como el resto de Inglaterra, se encuentra en su tercer confinamiento, medida que se tomó tras un dramático aumento de los contagios del nuevo coronavirus a finales de 2020 e inicios de 2021.

«Una señora me dijo que aquí regalaban comida. Me dieron pan, arroz, azúcar, dos tomates, una pera», me contó. Esta sudamericana, cuya identidad protegemos por ser indocumentada, ha experimentado algo que nunca se imaginó vivir en la capital británica.

«He ido a mercados a juntar comida, cositas que botan, les quito lo malo, cocino y me las como».

La necesidad la llevó a esperar «lo que dejan los vendedores» cuando cierran sus puestos de frutas y verduras. Está cerca de cumplir 50 años y no tiene trabajo. Como ella, hay varias inmigrantes irregulares.

Mujer

«Desamparadas»

«Esas mujeres han quedado absolutamente desamparadas», le dice a BBC Mundo Dolores Modern, coordinadora de Políticas y Comunicaciones sobre Derechos Laborales de la organización Latin American Women’s Rights Service (LAWRS).

«Podemos explorar muchas alternativas de beneficios del Estado para una mujer con pasaporte europeo, pero una mujer indocumentada no tiene acceso a nada de eso».

Y es que los inmigrantes sin papeles en Reino Unido no tienen acceso a fondos públicos.

En ese contexto, muchos de ellos han buscado ayuda en amigos, familiares, organizaciones benéficas, redes de apoyo comunitario y bancos de alimentos.

Se estima que en el país hay más de 2.000 bancos de alimentos, 1.200 de ellos son operados por la organización de caridad Trussell Trust y más de 900 son independientes.

Varios han reportado un aumento sustancial de la demanda desde que comenzó la pandemia.

Indoamerican Refugee and Migrant Organisation (IRMO) es una organización de caridad que, durante 30 años, se ha enfocado en el empoderamiento de los latinoamericanos en Londres.

«Tenemos nuestro propio ‘fondo para la adversidad’, que nos permite entregar vales de supermercado y de bancos de comida a personas que no tienen acceso a fondos públicos», le dice a BBC Mundo su directora, Lucía Vinzón.

Mujer limpiando

«Otra pandemia»

Un «gran porcentaje» de la comunidad trabaja en la limpieza y la hostelería, sectores «muy poco regulados» en los que es común el contrato de cero horas, aquel en el que el empleador no está obligado a proporcionar un mínimo de horas de trabajo.

Hay varios casos, indica Vinzón, en que los empleadores les dijeron a los trabajadores que no tenían más horas y los despidieron, en lugar de «buscar una solución».

El remedio al que se refiere es el Plan de Retención de Empleo por Coronavirus que el gobierno puso en marcha al inicio de la pandemia y al que se pueden acoger los negocios que se vieron afectados por ella. Esto les permite a los empleadores poner a sus trabajadores de licencia y acceder a una subvención que cubra parte del costo salarial.

De esa manera, los empleados, mientras están de licencia, reciben el 80% de su sueldo.

Pero el trámite lo tiene que hacer el empleador y, por tanto, «depende de su buena voluntad», subraya Modern.

Además, a la comunidad latinoamericana que tiene empleos precarios no le ha ayudado mucho, añade.

Y es que «son sectores que pagan el salario mínimo e incluso, muchas veces, ilegalmente pagan menos», explica por su parte Vinzón. «Imagínate: están cobrando 80% de un salario mínimo con horas reducidas».

«La vulneración de los derechos laborales que estamos viendo es otra pandemia».

Mujer en una ventana

La situación se vuelve más difícil para aquellos que, indocumentados, no tenían ningún contrato y cobraban en efectivo.

Muchos de ellos «se quedaron sin nada».

«Necesito el dinero porque ¿cómo vivo?»

«Vivo prácticamente al día», me cuenta una inmigrante indocumentada a quien llamaré Mirna para proteger su identidad.

Desde la habitación individual que renta en Londres, me dice que desde hace varios años es el eje económico de su familia en Sudamérica.

Antes de que se desatara la pandemia, tenía varios empleos limpiando casas. Pero cuando ordenaron el primer confinamiento, los dueños de las viviendas le dijeron que no volviera.

Eso la alarmó. Sin embargo, logró mantener un trabajo de unas horas a la semana limpiando un establecimiento que tiene permiso para funcionar en medio de las restricciones.

«Tengo una enfermedad autoinmune y supuestamente no debería salir a trabajar. Tendría que haber estado encerrada durante todo este tiempo. Pero necesito el dinero porque ¿cómo vivo? Estoy sola».

«Siempre he tenido miedo. Si me enfermo ¿qué va a pasar? Temía que me pillaran y me dijeran: ‘¿Por qué trabajas? ¿Cuál es tu situación (migratoria)?’. Quizás no iba a pasar, pero es un miedo que llevas siempre».

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