Cómo se vive el amor en el siglo XXI - 800Noticias
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Es quizás el tema del que más páginas se han escrito a lo largo de la historia, pero ¿qué se sabe en realidad del amor? Si cada pareja, cada individuo, lo vive a su manera, ¿cómo definirlo? ¿cómo es en la actualidad?

¿Eres de los que piensan que el amor verdadero es ese que se ve en las películas, el amor romántico que todo lo tiñe de rosa? O, por el contrario, eres consciente de que, en la mayoría de las ocasiones, esta es una concepción pueril e infantil. ¿Cambiaste de parecer después de una decepción amorosa, o dejaste de creer en el amor? ¿Qué piensan las nuevas generaciones de este sentimiento? ¿Lo viven como las generaciones pasadas?

El momento actual es del todo cambiante. El mundo ha dado un giro radical en torno a las relaciones interpersonales, por lo que cabe suponer que no solo cómo se entiende ese concepto, sino, sobre todo, como vivimos el amor, ha cambiado sustancialmente en esta que es la era digital.

¿Qué piensan los jóvenes del amor?

De lo que no cabe ninguna duda es que las relaciones amorosas han cambiado. Ni a mejor ni a peor, cada época tiene su momento.

Si bien los nostálgicos piensan que antes las parejas eran más estables, que las relaciones eran más formales y se vivían con más respeto, también no deja de ser cierto que cuando se daba el paso, era muy difícil dar marcha atrás. Se debía seguir con la relación, aunque esta fuera dañina o perjudicial para uno de los componentes de la pareja.

Los jóvenes de hoy día viven sus relaciones con más libertad, en ocasiones buscan algo estable y en otras no, y así lo expresan, sin caretas ni filtros. Claro que se dan decepciones, también se enfrentan a desengaños y decepciones, en el momento en el que uno de los componentes de la pareja busca algo que el otro no está dispuesto a dar, pero eso es inevitable, ahora y siempre.

La diferencia en estos momentos con tiempos pretéritos es la libertad con la que se vive el amor.

Los jóvenes sí que se enamoran, sí que sufren y lloran por amor como antes, pero tienen una mayor libertad en todos los sentidos, y quizás eso sea un gran punto positivo. No hay que ocultar bajo la etiqueta del amor los deseos carnales, no hay necesidad de fingir una relación en sociedad, se cambia de pareja con más frecuencia, se experimenta más, y eso ayuda a conocerse mejor a uno mismo y saber lo que realmente se quiere.

La llegada de internet al amor

Pero independientemente a esa mayor libertad que ya se vive desde hace unos años, lo que ha marcado un antes y un después en las relaciones humanas, incluido estos sentimientos tan íntimos y personales, ha sido internet. Internet permite conocer gente hasta el punto que ya son necesarios los bares o discotecas, sino que se recurre a salones virtuales, en las aplicaciones de cita para el móvil.

Internet como negocio del amor

Para muchos se ha convertido en un negocio, en una especie de escaparate donde se compran y venden sentimientos u otro tipo de relaciones. Foto atractivas, si no realmente falsas, hiper retocadas, información sesgada por uno mismo… ¿acaso alguien cree los perfiles? Es decir, si se quiere conocer a alguien para iniciar una relación de cualquier tipo, ¿quién va a decir que se levanta de malhumor o que, en ocasiones, pierde los nervios? Eso solo se llega a saber en el día a día, cuando la relación avanza poco a poco y se puede hacer una idea real de la persona que se tiene al lado.

Internet y sus perfiles engañosos

Y eso por no hablar de los perfiles falsos o mal intencionados. Los engaños que se dan en la red relacionados con el amor o las relaciones íntimas abundan. Esto sí que es una trampa que aprovechan algunos individuos tóxicos para atrapar a sus víctimas.

Cómo usar internet para el amor

¿Es entonces internet algo perjudicial para el amor? Claro que no, es un instrumento, una herramienta necesaria en la época actual que se vive, donde se pasan tantas horas conectados se hace lógico buscar relaciones en la propia red.

Pero necesita ser usada con precaución y cabeza para que no se vuelva en contra, y eso es lo que a muchos jóvenes les falta, la madurez para discernir lo que es real de lo que no, sin ser conscientes de la facilidad con que pueden ser manipulados por dos palabras bonitas de alguien de quien no saben absolutamente nada, ni siquiera si la foto que han visto en su perfil es auténtica.

Una cuestión que incluye a todos

Como padres o tutores toca llevar a cabo una labor difícil de pedagogía, y es que educar es mucho más que prohibir. Formar y educar en ser conscientes de que los peligros existen preparando a los hijos e hijas para afrontarlos, capacitándolos para que sepan discernir una realidad de otra.

Protegerlos en un caparazón no hará que maduren, que crezcan como personas libres y sanar. Educación, apoyo y respeto son los pilares en los que debe asentarse una relación con los hijos que sea enriquecedora.

Reconocerles el derecho a equivocarse y volver a empezar de nuevo y, en la medida de lo posible, ahorrarles sufrimientos o experiencias negativas. No con prohibiciones, sino con diálogo, con conocimiento y empatía. Todos los padres de hoy fueron un día jóvenes y no deben olvidar lo que eso significa.

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