¿Cómo se hizo el primer yogur?
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Imagínate una escena de hace unos 5,000 o 6,000 años: una caravana atravesando el desierto, compuesta por personas de todas las edades, junto con sus cabras, camellos y otros animales. En la distancia, un oasis aparece, ofreciendo un alivio refrescante bajo las palmas datileras.
Los camellos, cargados con diversos suministros, llevan bolsas de piel de cabra llenas de leche fresca ordeñada esa misma mañana. Al llegar al oasis, las mujeres preparan alimentos y descubren que la leche líquida se ha transformado en una sustancia pastosa y ácida. Cada día, al llenar nuevamente las bolsas con leche, el residuo de la pasta anterior, junto con el calor del ambiente, convierte la leche en una nueva tanda de este producto.
Es probable que muchas culturas antiguas, como los tracios en la actual Bulgaria alrededor del 6000 o 7000 a.C., hayan experimentado este fenómeno. Sin embargo, se cree que el origen de esta leche fermentada se sitúa en Turquía, aunque también se menciona a los Balcanes, Asia Central, e incluso Sumeria (actual Irak). La palabra «yogur» proviene del turco «yoğurt,» derivado del verbo «yoğurmak,» que significa «amasar».
Los antiguos nómadas conocían los beneficios del yogur primitivo, utilizando leche de diversos animales como camellas, yeguas, cabras y ovejas. La calidad y el sabor variaban según el tipo de leche. En India, donde las vacas son consideradas sagradas, el yogur de leche de vaca es muy popular.
El descubrimiento de las propiedades beneficiosas del yogur se atribuye al microbiólogo ruso-ucraniano Elías Metchnikoff. A comienzos del siglo XX, Metchnikoff estudió la longevidad de ciertas poblaciones del Cáucaso, relacionándola con el consumo de yogur. Aunque no prolonga la vida, el yogur contribuye a la salud intestinal gracias a las bacterias Lactobacillus bulgaricus y Streptococcus thermophilus o Lactobacillus acidophilus.
Hoy en día, existen muchos tipos de yogur, pero para obtener sus beneficios es importante que contenga cultivos bacterianos activos. Puedes prepararlo en casa con kéfir o añadiendo un yogur firme a leche hervida, siguiendo métodos similares a los utilizados en Turquía hace miles de años.
Con información de Super Curioso
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