¿Cómo era el mundo antes de tener «smartphones»?
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Antes de que existieran los smartphones la gente se comunicaba de otras formas. Sin WhatsApp, Instagram y Facebook; no había emojis, memes ni stickers. Y tampoco videollamadas, selfies o filtros. Pero lo que sí había eran fotos instantáneas y álbumes donde guardábamos nuestros recuerdos.
El mundo antes de los smartphones
En el pasado, las palabras de amor, esperanza y sufrimiento fluían sobre hojas de papel que las personas ansiaban recibir y leer; las releían para encontrar consuelo en las letras que los conectaban con la persona de la que estaban enamoradas.
Por su parte, las fotos estaban llenas de sonrisas que capturaban los momentos de complicidad. Mientras las canciones eran dedicadas por la radio y las conversaciones telefónicas parecían interminables.
Eran tiempos en que en lugar de videojuegos, series y películas, las personas recurrían a libros, revistas y periódicos para entretenerse e informarse, mientras los programas de televisión eran algo que se disfrutaba en comunidad.
En pocas palabras, antes de tener un mundo de entretenimiento y comunicación al alcance de la mano, las formas y herramientas con las que conocíamos el mundo eran muy distintas.
El presente de los teléfonos inteligentes
Los smartphones nos han conectado con el mundo de una forma revolucionaria. Nos han traído ventajas, como la posibilidad de comunicarnos a través de redes 5G con personas lejanas o desconocidas y acceder a una gran variedad de contenido de manera rápida con solo un clic.
Ahora podemos intercambiar mensajes en segundos, con imágenes o emojis. Enviar fotos mejoradas con inteligencia artificial y compartir canciones en las redes sociales o a través de aplicaciones como Claro música.
Podemos entretenernos viendo las series o videos que nos recomiendan los algoritmos o nuestros amigos. Escuchar música, pódcast o audiolibros en audífonos o auriculares inalámbricos. E incluso disfrutar de videojuegos en nuestros smartphones.
La vida antes del smartphone no era mejor ni peor, simplemente era diferente. Y aunque algunos la recuerdan con nostalgia, lo cierto es que ahora tenemos la fortuna de estar más conectados que nunca.
Lo único que queda es adaptarse y aprovechar lo bueno que nos ofrece la tecnología, sin olvidar el mundo que hay fuera de la pantalla.