Colombiana en la NASA: «No me dejé encasillar porque nunca vi la casilla»
EFE
«Perseverancia» es el nombre del vehículo que la NASA ha enviado a Marte para descubrir si albergó vida, pero también es la palabra que mejor resume la historia de la ingeniera colombiana Diana Trujillo, una de las integrantes de la nueva misión al Planeta Rojo.
Trujillo, a sus 36 años, dirige el equipo encargado de velar que el brazo del rover que partió el pasado 30 de julio del complejo Caño Cañaveral y dos de sus instrumentos claves para la recolección de las muestras en Marte funcionen a la perfección.
El camino que la ha llevado a participar en esta exploración marciana lo inició cuando llegó con apenas de 17 años a Estados Unidos desde su natal Cali y más coraje que presupuesto.
Su trayectoria parece ir siempre de lo más pequeño al infinito: de limpiar casas mientras aprendía inglés pasó a la universidad, se convirtió en 2006 en la única hispana seleccionada ese año para el programa de entrenamiento de la NASA, donde luego fue contratada y no ha parado de avanzar.
Hoy es madre de dos pequeños de 4 y 2 años, no ha perdido el acento de Cali al hablar español, adora la salsa y extraña la comida y bebidas famosas de su ciudad, como la lulada y el champús.
CON 300 DÓLARES
«Me vine sola, no sabía inglés, tenía como 300 dólares no más en el bolsillo, no sabía cuánto me iba alcanzar, no conocía a nadie», recuerda en entrevista con Efe esta ingeniera aeroespacial de su llegada a este país.
Lo hizo tras aceptar la oferta que le hizo su padre en medio de un «difícil» proceso de divorcio de su mamá, quien terminó muy afectada económicamente por la separación.
«Uno crece con la mamá dándole todo a uno y después cuando uno ve que la mamá no puede; ah, eso le sale a uno algo de por acá adentro donde dice uno: ‘No, olvídate, yo me voy a encargar de ti, yo te voy a cuidar», relata.
Y cumplió su promesa. Después de llegar a Miami buscó trabajo en su primera semana y a la siguiente ya se había matriculado para estudiar inglés. Su horario arrancaba muy temprano y terminaba de madrugada.
«Esa fue la disciplina que me hacía falta a la edad de 17 años para darme cuenta de que yo iba a hacer lo que se me pusiera en la cabeza», admite.
UN SUEÑO ESPACIAL
El paso siguiente fue la Universidad de la Florida, una responsabilidad que compartía con empleos muy comunes entre los inmigrantes.
«Yo estaba limpiando casas y trabajaba en una panadería» y sólo con ello ganaba «buena plata», pero sus aspiraciones iban más allá, confiesa.
Casi al terminar la universidad se presentó al programa de entrenamiento de la NASA. Fue esa instrucción y una visita a la Universidad de Maryland, donde finalmente se graduó en 2007 como ingeniera aeroespacial, lo que allanó su camino hacia la agencia aeroespacial estadounidense.
En 2008 entró al Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL, en inglés) de la NASA. Tras ocupar diferentes puestos llegó a estar entre los líderes de la misión «Mars Science Laboratory», que tuvo como protagonista a «Curiosity», un rover muy similar a «Perseverance», que se espera aterrice en Marte en febrero del próximo año.
NUNCA VIO UNA CASILLA
Como hispana y mujer, su consejo para quienes buscan un futuro en Estados Unidos es no perder el norte.
«Mi consejo es que no se les olvide para que qué vinieron», subraya Trujillo, quien considera que emigrar «es un cambio bien difícil».
«A ninguno de nosotros, mujeres, hombres latinos que se hayan ido de la tierra para venir acá nos hemos venido fácil. Y cuando me refiero a fácil, me refiero a que puede ser fácil monetariamente, pero no sentimentalmente o fácil sentimentalmente, pero no monetariamente, así que nunca es fácil», sentencia.
Tampoco cree en los límites o estereotipos creados en torno a los latinos.
«Yo no me dejé encasillar porque yo nunca vi la casilla», dijo, y aseguró que para que la puedan encasillar, ella se tendría «que dejar».
«En algún momento yo decidí que yo soy lo que yo soy, independientemente de lo que tú pienses», subraya con franqueza.
Pero igualmente no se considera un modelo de rol «perfecto». «Tengo acento cuando hablo, me equivoco cuando escribo, todas esas otras cosas, porque todavía en inglés no es lo mismo que hablar español», admite.
Sin embargo, mientras todos aplaudían o saltaban al ver aterrizar a «Curiosity» en Marte, en agosto de 2012, era ella quien en calma analizaba hasta el más mínimo detalle para solucionar cualquier posible inconveniente.
Y con «Perserverance», cuyo lanzamiento presenció junto a su esposo sentada en el sofá de su casa debido a la pandemia, prefiere ser cauta: «Todavía no hemos llegado, nos faltan seis meses», dice.