Christina Aguilera vuela a España 19 años después - 800Noticias
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EFE

Casi 20 años, desde su último concierto en Barcelona en 2003, no hacía acto de presencia en España uno de los iconos musicales de una buena parte de la generación milenial, la esquiva Christina Aguilera, que ha intentado compensar la espera con una actuación en Mallorca Live Festival que no ha evitado en algunos momentos la sensación de que volaba con el piloto automático puesto.

Con todo, la masa congregada ante el escenario principal mucho antes de la hora señalada, en contraste con la baja asistencia al antiguo Aquapark de Calviá en las primeras horas, eran prueba suficiente de que uno de los principales reclamos de la jornada era su actuación, fijada para las 22.15 horas, aunque haya arrancado finalmente media hora más tarde cuando los ánimos empezaban a caldearse.

De alguna forma, también la reincidencia en las camisetas de parte de los 22.000 asistentes de hoy con la portada de su disco más emblemático, «Stripped» (2002), mostraban las apetencias del público por un repertorio más instalado en su memoria sentimental que en las posibles y accidentadas evoluciones recientes, véase su apenas publicitado disco en español «Aguilera» (2022).

La diva, que se ha caracterizado en los últimos tiempos por vivir aparentemente en un mundo paralelo ajeno a la realidad y a su público, esta vez sí les ha dado lo que querían, con un repertorio plagado de grandes éxitos, desde sus orígenes con «Genie In A Bottle», puntos álgidos como «Ain’t No Other Man», «Beautiful» o «Fighter» y apenas una tríada de cortes de su último álbum.

No ha tardado ni medio segundo en soltar la munición. «Are you ready to get ‘Dirrty’?» (Estás listo para ensuciarte, en español) ha preguntado un mensaje en la pantalla de fondo como anticipo a este, uno de sus «hits», tras un arranque en el que no han faltado chorros de humo, su melena rizada al aire, cuatro músicos, seis bailarines y la propia artista enfundada en botas altas de lentejuelas y unas plumas negro sobre un ajustado mono de color carne y llamas de fuego.

Aguilera no sería ella sin sus acrobáticas progresiones vocales, que la han acompañado en cada corte, como en «Can’t Hold Us Down», «Bionic», una versión actualizada de «Genie in a bottle» o la reciente «Santo» con Ozuna (enlatado), justo después de presumir en un audio en off de «lo importante que son para ella como persona sus orígenes latinos», aunque haya tardado 22 años en volver a grabar un disco en español desde «Mi reflejo».

«Mallorca estoy muy feliz de estar aquí y de ver vuestras bellas caras», ha asegurado la artista tras una semana de ensayos en la isla, en un discurso ya sin gafas de sol en el que ha insistido en la trascendencia de sus raíces hispanas y en su vuelta a ellas como madre justo antes de mezclar «Pa mis muchachas» y «Feel this moment» con cañón de espuma incluido.

A pocos les ha pasado inadvertido el apoyo fundamental que por momentos ejercen en la parte vocal tanto sus coristas como las bases pregrabadas, uno de los elementos anticlimáticos de este espectáculo, junto con sus constantes retiradas del escenario, cediendo el protagonismo a sus bailarines en lapsos que no se han justificado, como se ha visto en toda la velada, por posibles cambios de vestuario.

 

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