Chilenos desafían la COVID-19 y abarrotan playas
EFE
Clases de surf, restaurantes a rebosar y bañistas adentrándose en el frío mar o tomando el sol sobre la arena. Es la estampa que lucen la playas de Chile, en especial en el centro del país, en plena temporada estival y pese a que en el último mes la pandemia ha vuelto a tomar virulencia.
La región de Valparaíso, a la que pertenecen balnearios como Viña del Mar o Concón, está siendo una de las más afectadas por el rebrote de la covid-19, pero en los últimos días no para de recibir visitantes, sobre todo provenientes de Santiago, donde rige una estricta cuarentena los fines de semana.
«La gente necesita salir, pero pareciera que es el virus es el que se fue de vacaciones. Ha llegado muchísima gente. Lo notamos en las calles, en los locales y en los supermercados», comentó a Efe Jenny Márquez, de 45 años y residente en Viña.
El Gobierno chileno habilitó esta semana un «permiso de vacaciones» para aquellos que viven en ciudades con restricciones de movilidad por la pandemia, como Santiago, donde existe desde antes de Navidad un cerco sanitario.
El permiso, que puede disfrutarse solo una vez hasta el 31 de marzo y ya ha sido solicitado por más de 45.000 personas, contempla el traslado a un destino único y tiene una duración máxima de dos semanas.
«Quisimos usar el permiso de vacaciones para poder salir un rato de la ciudad, el encierro ha sido duro», reconoció a Efe el santiaguino Joaquín Gana, de 26 años.
«Sabemos que la situación es bastante delicada (pero) las medidas estatales no han sido muy eficaces y es importante que cada uno mantenga los cuidados», agregó el joven en la principal playa de Viña.
Chile, que vivió entre junio y julio los días más duros de la pandemia, registró en las últimas 24 horas 2.378 casos nuevos de covid-19 y 28 nuevos decesos, lo que deja el balance total en 625.483 infectados y 16.816 muertos desde marzo.
El número de casos activos -personas que pueden contagiar el virus- alcanzó los 17.239, una cifra que no se registraba desde agosto y que evidencia el avance de la segunda ola de contagios que vive el país austral desde hace un mes.
«Hay mucha inconsciencia de parte de la población con respecto al virus, lo vemos todos los días en los medios, pasó lo mismo en Europa durante el verano», en el hemisferio norte, apuntó a Efe Gerardo Bermúdez, de 49 años.
En un intento por controlar las aglomeraciones y no cancelar los permisos para no afectar a la ya diezmada industria turística, el Gobierno decidió limitar los aforos en las playas y aumentar la fiscalización para garantizar el uso de mascarillas y de la distancia física.
En aquellas playas donde se haya alcanzado el aforo máximo, se colgará una bandera roja y estará prohibida la entrada de nuevos bañistas.
Para la alcaldesa de Viña del Mar, Virginia Reginato, la llegada de visitantes es un desafío «inédito», pues se debe encontrar el equilibrio entre «las medidas sanitarias, el derecho al descanso y la reactivación económica local».