Celam dice que abraza «el dolor» de Venezuela, Nicaragua y Haití
EFE
Los obispos de América aseguraron este viernes al concluir en Honduras su Asamblea General Ordinaria que abrazan «el dolor» que sufren los pueblos y la Iglesia de Venezuela, Nicaragua y Haití, y lamentaron la crisis política que vive la región, que está llevando a muchos a emigrar a otros países.
«Abrazamos el dolor de los pueblos y de las iglesias que en la actualidad más están sufriendo los hermanos en Venezuela, Nicaragua y Haití», dijo el presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), monseñor Miguel Cabrejos, en una rueda de prensa.
Venezuela atraviesa un pico de tensión política desde el pasado enero, cuando Nicolás Maduro juró un nuevo mandato de 6 años que no reconoce la oposición y parte de la comunidad internacional. Mientras que Nicaragua sufre una importante crisis a raíz de las protestas contra el Gobierno de Daniel Ortega, que han dejado centenares de muertos, heridos y miles de exiliados.
Asimismo, Haití vive una grave crisis política y económica por protestas masivas y violentas de la oposición que exige la salida del poder del presidente Jovenel Moise, que empeoró en los últimos meses por la depreciación de la moneda nacional.
Los obispos reunidos en la XXXVII Asamblea Ordinaria del Consejo Episcopal Latinoamericano, que concluyó este viernes en Tegucigalpa, constataron en América Latina y el Caribe «el crecimiento de una crisis ética, política, económica y cultural», añadió.
Cabrejos, quien es arzobispo de la localidad peruana de Trujillo y dirigirá el Celam en el cuatrienio 2019-2023, dijo que en la raíz de esa crisis descubrieron «una fractura antropológica que se manifiesta de múltiples maneras».
Entre las manifestaciones destacadas por el presidente del Celam figuran «el machismo que lesiona la dignidad de la mujer y las migraciones obligadas por la pobreza y la violencia».
Ante esta realidad, los obispos señalaron que asumen los cuatro verbos con los que el papa Francisco orienta la atención a los migrantes: «acoger, proteger, promover e integrar».
«Necesitamos fortalecernos en fe por la escucha de la palabra de Dios para resistir a las ideologías deshumanizantes que debilitan la búsqueda del bien común, el ejercicio de las libertades y el reconocimiento de los derechos humanos», subrayó Cabrejos.
Los obispos consideran que estas ideologías frecuentemente llevan «a sacrificar a los más pobres, favoreciendo el aumento de desigualdades, que son inaceptables».
Su condición de discípulos misioneros, añade un comunicado del Celam, convoca a los obispos a la tarea de trabajar contra la corrupción, calificada por el papa Francisco, como «un cáncer profundamente radicado en las estructuras sociales, económicas y políticas de nuestras naciones».
La eficacia de la lucha contra la corrupción pasa también «por un cambio de mentalidad que lleva a las personas a comprender que su valor no está en el tener, sino en el ser, y que su vida se mide no por su capacidad de consumir, sino de compartir».
La corrupción es «una lacra en la sociedad porque el que es corrupto o hace una red corrupta en realidad hace mucho daño a los pobres porque en lugar de que ese dinero vaya a escuelas o cosas de salud, se va a los bolsillos o las cajas particulares», enfatizó Cabrejos.
Los obispos que integran el Celam esperan involucrarse «más vivamente en nuestra misión de proclamar la palabra de Dios y ofrecer a todos la oportunidad de ser alegres discípulos misioneros de Jesucristo».
Reafirmaron su comunión y adhesión filial al papa Francisco de «modo especial en estos tiempos en que algunos grupos e intereses particulares rechazan su misión como pastor universal de la Iglesia católica», añade el comunicado del Celam.
Destacaron además la necesidad de «promover una sociedad más justa y solidaria, desde la opción preferencial por los pobres, como Iglesia en salida que camina hacia el reino definitivo».