Caída mortalidad infantil y buenos hábitos elevan esperanza de vida a 71 años
EFE
La reducción de la mortalidad infantil desde el año 2000, el control de varias enfermedades infecciosas y los cambios en los hábitos nocivos en los adultos han propiciado que la esperanza de vida mundial media se eleve hasta los 71,4 años, informó hoy la Organización Mundial de la Salud (OMS).
«Desde el año 2000, y especialmente desde el 2005, la mortalidad infantil se ha reducido en un 53 por ciento, por lo que es la principal razón por la que la esperanza de vida media se haya elevado tanto», explicó en rueda de prensa el director de información, pruebas e investigación de la OMS, Ties Boerma.
La mortalidad infantil está estrechamente unida a la esperanza de vida, ya que, según explicó el experto de la OMS, la esperanza de vida, en este caso en 2015, refleja la edad aproximada que vivirá un niño nacido bajo las condiciones que existen en ese año.
Asimismo, Boerma destacó que «también la inmunización, la mejor calidad del agua y saneamiento, el control del sida, la tuberculosis o la malaria, y el abandono de hábitos nocivos como el uso del tabaco» han contribuido a alargar la vida de los adultos.
En el año 2000 se implementaron los Objetivos del Milenio de la ONU, y desde entonces, la esperanza de vida media ha aumentado cinco años, un avance que no se veía desde los años sesenta.
La esperanza de vida media mundial había aumentado a un ritmo de tres años por década hasta los noventa, pero en ese decenio cayó por culpa de la alta mortalidad causada por la epidemia de sida en África, y tras el colapso de la Unión Soviética.
Así, la OMS explica que África ha sido la región que más ha incrementado su esperanza de vida en los últimos tres lustros, 9,4 años, hasta los 60 años de media.
«La diferencia entre la esperanza de vida en África y en Europa en el año 2015 fue de 17 años; 78 años en Europa y 61 en África. En el año 2000 era de cinco años más. Hay que tener en cuenta que ha habido un progreso importantísimo y hay que continuar en esta línea», dijo Boerma.
Pese a ello, los 22 países en los que sus habitantes no superan la media de los 60 años y, por lo tanto, son los que menos viven del mundo, se encuentran en la región de África subsahariana.
Por el contrario, hay 29 países en el mundo que superan los 80 años de esperanza media de vida y en doce de ellos se superan los 82.
Estos países más longevos son Japón, con 83,7 años de media; en Suiza, con 83,4 años; Singapur, con 83,1; Australia y España, con 82,8; Italia, con 82,7; Islandia, con 82,7; Israel, con 82,5; Francia, con 82,4; Suecia, con 82,4; Corea del Sur, con 82,3 y Canadá, con 82,2 años.
Por sexos, la OMS destacó que las mujeres viven mucho más que los hombres en todos los países y regiones del mundo.
Concretamente, la media de esperanza de vida entre ellas se sitúa en los 73,8 años, mientras que los hombres no alcanzan los 70, ya que su media es de 69,1 años de vida.
Entre las mujeres, las que más viven son las japonesas (86,8 años de media), las singaporenses (86,1 años) y las españolas (85,5), mientras que los suizos son los hombres con mayor esperanza de vida (81,9 años), seguidos de los islandeses (81,2 años) y los australianos (80,9 años).
Por otro lado, la OMS calcula en su informe el número de años durante los cuales una persona se mantiene sana, una cifra que se situó en los 63,1 años para el combinado de ambos sexos en 2015.
Este dato, según la organización, varía dependiendo de la zona del mundo y del sexo que se tome por referencia, pero por lo general, es un 11,7 por ciento (varía entre el 9,3 y el 14,7 por ciento) menor que la esperanza de vida.
Por sexos, las mujeres suelen disfrutar de buena salud durante una media de 64,6 años, mientras que los hombres lo hacen a lo largo de 61,5 años.
Según la organización, las principales dolencias que hacen que las condiciones de salud empeoren son los problemas óseo-musculares (problemas de espalda o cuello especialmente), la depresión o la ansiedad, las enfermedades neurológicas, la pérdida de oído y de visión, y los problemas cardiovasculares y la diabetes. EFE