Buscan descifrar el enigma de la ayahuasca y su poder contra la depresión - 800Noticias
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EFE

La ayahuasca, consumida desde tiempos inmemoriales en el Amazonas y considerada una droga en Europa, podría ser la clave para el desarrollo de nuevas terapias antidepresivas, según un equipo de científicos que viajará al Perú para descifrar algunos de los enigmas de este ritual de chamanes.

La expedición «Neuron», liderada por el neurólogo checo Tomas Palenicek, lleva dos años de preparativos y culminará en el primer semestre de 2020 en la selva peruana, explica a Efe en Praga el neurólogo Tomas Palenicek, del Instituto Nacional de Salud Mental de la República Checa.

Si bien comenzó originalmente como un proyecto checo, la investigación dirigida por Palenicek ha despertado el interés de científicos de otros países, como el brasileño Eduard Schoenberg, que se han sumado al equipo, ahora internacional.

Uno de sus objetivos es medir mediante electroencefalogramas (EEG) los efectos del ritual de la ayahuasca, un brebaje marrón con propiedades altamente psicoactivas que los chamanes de muchos pueblos de la Amazonía usan para entrar en contacto con sus dioses.

La infusión se hace con la liana de la enredadera ayahuasca (Banisteriopsis caapi), y hojas del arbusto Chacruna (Psychotria viridis). El agente activo alucinógeno, que produce visiones, es la dimetiltriptamina (DMT).

«La idea es obtener escalas psicométricas antes y después de la ceremonia para detectar el cambio de estado de ánimo y si los efectos son prolongados», precisa Palenicek.

Los científicos esperan trabajar con un mínimo de 18 voluntarios, hombres y mujeres, quienes, al recibir la bebida, no sabrán si realmente contiene el habitual agente psicoactivo, o si es un placebo. El ritual, en el que participarán indígenas y chamanes locales, será filmado.

El investigador resalta que su trabajo sigue los pasos de estudios anteriores, como los que hizo el farmacólogo catalán Jordi Riba, quien ya hace quince años analizó con EEG el efecto del brebaje en un grupo de voluntarios.

No obstante, el enfoque de entonces, centrado en los efectos químicos de las sustancias bebidas, se ha desplazado ahora a la búsqueda de una aplicación concreta, sobre todo a un uso terapéutico para tratar diversas neuropatologías y, en especial, para combatir las depresiones y la ansiedad.

La idea además es ampliar la investigación más allá de lo que supone la ingestión de la «droga», al cuestionarse también el papel que desempeña el propio ritual.

El consumo de la ayahuasca «ofrece experiencias muy profundas que muestran los procesos internos (del subconsciente), a lo que no tenemos acceso normalmente, y nos muestra el mundo de manera diferente», destaca Palenicek.

A pesar de que la sustancia tiene un fuerte efecto alucinógeno, la persona que la ha bebido mantiene una consciencia clara: sabe que lo que está viviendo se debe a la ayahuasca ingerida.

El mundo de visiones en el que entra es a la vez un camino introspectivo que puede ofrecer experiencias tanto positivas como también negativas.

En el caso de las negativas, «pueden ser beneficiosas si se integran: es una forma de trabajar con nuestros miedos y esto nos puede ayudar», apunta el experto sobre los efectos antidepresivos y contra la ansiedad de la ayahuasca.

Los trabajos del equipo de Palenicek se enmarcan en una serie de investigaciones sobra la ayahuasca que se llevan actualmente a cabo en diversos países.

También hay otras sustancias psicodélicas, como la ketamina o psilobicina, sintetizada a partir de hongos alucinógenos, y que son administradas hoy a pacientes que sufren traumas, depresión, ansiedades o adicciones a alcohol y la cocaína.

Todas estas sustancias se han vuelto a investigar en la última década, tras medio siglo de prohibición por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La ayahuasca, contraindicada para los pacientes con psicosis o con historial familiar de esquizofrenia, posee también efectos antiadictivos y antidepresivos parecidos a los de la ketamina y psilobicina, pero para Palenicek ofrece un elemento que las otras no tienen.

Y es que se trata de «una tradición continuada de uso de mil años, y de unas ceremonias que se han hecho durante siglos», explica.

Personalmente, Palenicek, que en su trabajo ha experimentado con psilobicina y la sustancia psicodélica semisintética LSD, ha preferido no probar la ayahuasca fuera del Amazonas.

«No quería entrar en las ceremonias con ‘pseudochamanes’ (…) Quería encontrar la ceremonia auténtica», comenta.

Esto le llevó a viajar a los pueblos brasileños de Santa Rosa do Purus y Rio Branco, donde entró en contacto con comunidades indígenas y participó en varios rituales de ayahuasca.

«Fue muy impresionante», apostilló el científico.

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