Bolsonaro se estrena en la ONU con la defensa de la Amazonía y un ataque al socialismo - 800Noticias
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EFE

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, abrió este martes los debates de la Asamblea General de la ONU, ante la que pidió «respeto» para la soberanía de su país en la Amazonía y dejó además una muy dura condena al «socialismo».

El líder de la ultraderecha brasileña, en el poder desde enero pasado, utilizó por primera vez la tribuna de las Naciones Unidas y reiteró sus quejas por la «exageración» y la «manipulación» en torno a los recientes incendios en la Amazonía y también para expresar una dura condena al socialismo, que encarnó en Cuba y Venezuela.

Sobre las llamas que consumieron parte de la cobertura vegetal de la Amazonía, que grupos ecológicos atribuyeron a una alegada falta de acción de su Gobierno, Bolsonaro insistió en que hubo una campaña de «desinformación» creada por oenegés y que llegó a animar algunos sentimientos «colonialistas» que persisten en el mundo.

Aunque no lo citó expresamente, se refirió al presidente francés, Emmanuel Macron, quien alarmado por los incendios llegó a pedir una intervención del G7 para ayudar a controlar las llamas.

Bolsonaro reiteró que «la Amazonía (brasileña) es mayor que toda Europa occidental» y que en más de un 60 % está «preservada», por lo que su Gobierno «no acepta» que otro país «diga» qué se debe hacer para conservar ese bioma.

También sostuvo que es una «falacia decir que la Amazonía es un patrimonio de la humanidad o que es el pulmón del mundo» y aseguró que los únicos que tienen soberanía sobre esa región son los países amazónicos.

En línea con lo que ha defendido durante toda su vida política, reiteró que, durante su gestión de cuatro años, no serán creadas nuevas tierras indígenas, pues las que ya existen ocupan casi el 14 % del territorio nacional.

Defendió además su intención de permitir la explotación por parte de empresas privadas de ciertas riquezas minerales de la Amazonía, y pidió a las Naciones Unidas que impidan la vuelta de «prácticas colonialistas», como las que indirectamente atribuyó a Francia.

Bolsonaro también se esforzó en presentar a un «nuevo Brasil», abierto al mundo y al sector privado, en contraposición al modelo «socialista» que, en su opinión, gobernó el país en los últimos años y para el que reservó las palabras más duras de su discurso.

El «socialismo», según Bolsonaro, llevó a Brasil «a una situación de corrupción generalizada» y propició «ataques ininterrumpidos a los valores religiosos» respaldados por el Foro de Sao Paulo, que reúne a partidos de la izquierda de América Latina.

También hizo alusión a los alrededor de 10.000 médicos cubanos que, hasta fines del año pasado, operaban en Brasil mediante planes de cooperación firmados por Gobiernos anteriores y que La Habana decidió retirar tras las críticas de Bolsonaro a sus autoridades.

El gobernante brasileño aseguró que, con la retirada de esos profesionales cubanos, Brasil «dejó de contribuir con la dictadura cubana», a la cual aseguraba que los gobiernos anteriores enviaban «300 millones de dólares anuales» mediante esos programas de cooperación.

Bolsonaro recordó que «en los años 60, agentes cubanos fueron enviados a toda América Latina» para promover el «socialismo» y fueron «derrotados», en una «guerra que también vencimos» en Brasil.

Afirmó que hoy unos «60.000 cubanos» están en Venezuela y actúan en las áreas de «inteligencia y defensa» para mantener en el poder a una «dictadura» que ha implantado en ese país que «antes ya fue tan próspero», la «barbarie del socialismo».

Bolsonaro destacó el esfuerzo de Brasil por acoger a los miles de venezolanos que han llegado al país en busca de una nueva vida y dijo que su Gobierno seguirá «trabajando para que la democracia sea restablecida en Venezuela» y para «que otros países de la región no experimenten ese nefasto régimen del socialismo».

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