Así se cazaban mamuts en la prehistoria - 800Noticias
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Durante el Pleistoceno, los mamuts recorrían las extensas estepas y dominaban el paisaje europeo. Más allá de su tamaño, estos gigantes suponían uno de los mayores restos para la supervivencia de nuestros antepasados. Recientes descubrimientos arqueológicos han mostrado técnicas de caza que revelan no solo la astucia sino la extraordinaria capacidad de innovación de los humanos hace 13 000 años. La colocación estratégica de lanzas y trampas podría reescribir lo que sabemos sobre la interacción prehistórica entre hombre y mamut, ofreciendo una nueva concepción del comportamiento y habilidades de nuestros ancestros.

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Los mamuts y la prehistoria

El Pleistoceno abarcó desde hace aproximadamente 2,6 millones de años hasta hace unos 11 700 años. Por entonces, el mundo estaba en gran parte cubierto por frías estepas. En este escenario de extremos climáticos, los mamuts lanudos, con sus enormes colmillos y gruesas capas de pelo, vagaban por las tundras y bosques abiertos, siendo una de las especies más emblemáticas de la megafauna de la Edad de Hielo. Para los cazadores-recolectores de aquel tiempo, estos gigantescos herbívoros representaban una fuente crucial de recursos. Proporcionaban carne abundante, piel, grasa y huesos, materiales esenciales para la confección de ropa, herramientas y estructuras de refugio. La habilidad para cazar estos colosos era una cuestión de supervivencia, pero también reforzaba el tejido social y la transmisión de conocimientos y técnicas entre generaciones.

Cómo se cazaba en la prehistoria

Las puntas Clovis, nombradas así por el sitio en Nuevo México donde fueron descubiertas, representan una de las innovaciones más notables de la tecnología prehistórica en Norteamérica. Caracterizadas por su forma simétrica, fina acanaladura en la base y bordes extraordinariamente afilados, estas puntas estaban diseñadas para penetrar profundamente y con precisión. Su contorno y las estrías marcadas permitían que la punta se comportara de manera similar a una bala hueca moderna, fragmentándose dentro del cuerpo del animal para infligir daños internos severos, aumentando así su letalidad.

Además de las tácticas individuales de caza con lanzas, los cazadores prehistóricos también empleaban métodos colectivos más complejos, como la creación de trampas de picas. Estas trampas consistían en fosas camufladas en el terreno que atrapaban a los mamuts, donde lanzas puntiagudas clavadas en el fondo aseguraban heridas fatales cuando los animales caían sobre ellas.

Estudios experimentales recientes han puesto a prueba estas técnicas. Simulaciones y reconstrucciones de caza utilizando réplicas de las armas y técnicas descritas han demostrado que tanto la forma de las puntas como la configuración de las trampas eran extremadamente eficaces. Estos experimentos han ayudado a validar teorías sobre cómo nuestros antepasados eran capaces de abatir tan formidable presa, destacando una vez más su ingenio y la capacidad de adaptación en un entorno implacable.

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