Análisis | Un periodista, una «chapuza» y un «regalo» que pueden alterar Oriente Medio - 800Noticias
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EFE

La muerte del periodista saudí Yamal Khashoggi, una «chapuza» convertida en novela por entregas que ayer, tras días de negativas, finalmente reconoció Arabia Saudí, pone la relación de Riad y Washington en un nuevo plano que puede suponer cambios en el siempre incierto escenario de Oriente Medio.

Durante décadas la Casa de Saud, guardianes de los santos lugares de La Meca y Medina, marcó el ritmo de respiración de Oriente Medio con una discreta y poderosa diplomacia alimentada con petrodólares.

Pero la ascensión hace dos años de Mohamed bin Salman como príncipe heredero dio un vuelco a todo ello.

En los últimos meses, Arabia Saudí ha estado inmersa en todo tipo de polémicas: desde el bombardeo de objetivos civiles en el Yemen, con niños entre las víctimas, al incremento de la represión contra activistas en la península arábiga.

Precisamente esta represión fue el origen de una insólita y aún no resuelta crisis diplomática con Canadá, que pidió al reino la liberación de dos activistas.

Como habitualmente, Riad capeó críticas y acusaciones sin mayor apuro… hasta el pasado 2 de octubre.

Ese día, el periodista, columnista del Washington Post y crítico moderado del régimen, Khashoggi, fue al consulado saudí en Estambul y no volvió. Desde entonces la imagen internacional del reino se ha desmoronado.

Tras asegurar por activa y pasiva durante días que Khashoggi había abandonado el consulado, anoche Arabia Saudí informó de que el periodista murió en un enfrentamiento físico en la sede consular.

Para el investigador del Instituto Tahrir para Oriente Medio Timothy E. Kaldas detrás de todo esto hay un «intento de un régimen autoritario de silenciar a los críticos» con consecuencias inesperadas.

«Históricamente Estados Unidos ha ignorado las violaciones de derechos humanos en Arabia Saudí (…) la principal diferencia es que en este caso parece que han matado a alguien que tenía muchos amigos influyentes», dijo.

«Personas que miraban a un país con un historial de crímenes de guerra en el Yemen y violaciones de derechos humanos en casa sin ver ningún problema (…) están de repente conmocionados y horrorizados por lo que sucedió con Khashoggi», destacó.

Muchas de esas personas están en Estados Unidos.

El presidente Donald Trump ha sido ambiguo en el manejo de este asunto hablando por un lado de «castigo severo» a Arabia Saudí al tiempo que exculpaba de responsabilidad a la familia real.

Ayer elogió el «buen primer paso» dado por las autoridades saudíes al anunciar la muerte de Khashoggi y la detención de 18 saudíes, aunque adelantó que será el Congreso estadounidense el que responda a esta situación.

Jarret Blanc, del Carneggie Endowment Center, indicó a Efe que Trump ha tratado de favorecer a la familia real saudí en todo este proceso, pero subrayó que en Washington hay actores, algunos de ellos en el Congreso, que están «furiosos» con el crimen y podrían actuar.

Dando por sentado que nadie quiere sanciones económicas «que puedan agitar el mercado petrolero», la réplica parece apuntar a lo político.

«Creo que puede definitivamente reconfigurar el Yemen», dijo Blanc, al recordar el apoyo estadounidense que reciben los saudíes en una guerra que se ha convertido en «una catástrofe humanitaria» y es impopular en Estados Unidos.

Para Haizam Amirah-Fernández, analista del Real Instituto Elcano, «a pesar de todo lo que está intentando resistirse el presidente Trump en dar una respuesta contundente (…) se va a ver forzado a tener que hacer algo».

«Lo que no han podido cambiar guerras como la del Yemen, bloqueos como el de Catar y otras dinámicas macro en la región, puede que se vea alterado por un comportamiento que implica a un individuo», destacó el analista.

En su opinión, tanto la operación en Turquía como la gestión del escándalo desde el 2 de octubre «es una chapuza, y un golpe brutal a la imagen del reino y del heredero».

Pero además todo esto es un inesperado «regalo» para Turquía, un país que hace apenas dos meses veía cómo la lira se hundía por las tensiones entre Washington y Ankara, y que ha manejado todo el crimen a su completo antojo convirtiéndolo en una novela por capítulos filtrada a los medios para aumentar la presión sobre los saudíes.

Blanc coincidió en que el «regalo» ha sido explotado por Ankara de forma «muy inteligente» y sin duda obtendrán contraprestaciones.

«Esto va a ser un regalo para los turcos y va a ser un regalo para los iraníes, que están observando callados todo esto», dijo.

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