ANÁLISIS | Renuncia del General por Javier Ignacio Mayorca
800noticias
LA RENUNCIA DEL DIRECTOR del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin), general de división (Ejército) Manuel Ricardo Christopher Figuera, es un hecho inusitado y revelador del descontento que actualmente impera en la Fuerza Armada Nacional. Indica, además, que Nicolás Maduro necesita apalancarse en este momento para preservar algún grado de gobernabilidad sobre la única institución que lo sostiene en el poder.
Este oficial, puesto 88 de la promoción egresada de la Academia Militar en 1989, creció en los últimos años a la sombra del mayor general Iván Hernández Dala, quien al momento de la redacción de estas líneas todavía comanda la Dirección de Contrainteligencia Militar y la Guardia de Honor Presidencial, todo a la vez. Hernández es un oficial clave para la preservación del actual estatus político. En EEUU lo saben, y por eso a la vez que lo sancionan a través del Departamento del Tesoro le ofrecen una salida negociada, si se da por cierto lo declarado por el asesor nacional de seguridad de la Casa Blanca, John Bolton.
Hasta noviembre de 2018, Christopher fue subdirector de la Dgcim. Maduro lo nombró mediante decreto para paliar una emergencia en el Sebin, de trascendencia internacional, pues los grupos que operaban con la aquiescencia del general González López fueron responsabilizados por la muerte en custodia del concejal Fernando Albán, las torturas a opositores (relatadas oportunamente por Lorent Saleh) y el encontronazo con la caravana presidencial.
La lectura entonces fue que a Christopher lo enviaron a la policía política para “poner orden en casa”, con la bendición de su antiguo jefe. Sus diversos viajes a Cuba, en los que se retrataba con autoridades de la isla ataviado con guayabera, transmitían la noción de que se trataba de un oficial “revolucionario”, afín al régimen de La Habana, y por ende fiel a Maduro.
Pero la realidad era otra. Esto se dice de manera sencilla una vez conocida la carta de renuncia, en la que pone de relieve la “corrupción desproporcionada” practicada por oficialistas “como deporte”, según los términos usados por el propio oficial. Sin embargo, ya desde febrero se sabía que el máximo jefe del Sebin intentaba marcar distancia del régimen, mitigando en lo posible las prácticas instauradas por su predecesor. Hay testimonios directos sobre mensajes enviados a algunos presos políticos mediante emisarios, en el sentido de que Christopher procuraría hacer más llevadera la reclusión, relajando un poco la dureza de la vigilancia a la que eran sometidos desde meses atrás.
Había además intentos claros de llegar a entendimientos con sectores no oficialistas. A esto se refiere el general en su carta de renuncia, cuando señala que le planteó a Maduro “una acción política”, en la que el gobernante “colocara la agenda”, es decir, diera los términos de una negociación. Algo que por cierto está en la misma línea trabajada por el Grupo de Contacto Internacional.
Lo del ex jefe del Sebin, sin embargo, no puede ser leído como el producto de una iniciativa netamente personal. Fuentes ligadas al chavismo indican que este oficial era exponente de toda una corriente que ha venido cobrando fuerza durante los últimos meses dentro de la Fuerza Armada Nacional, que intenta una salida a la crisis política por medios propios, sin necesidad de mayor intervención extranjera.
La evasión de Leopoldo López y la tímida respuesta posterior por parte de la policía política -que le permitió al líder de Voluntad Popular acompañar la sublevación del martes hasta horas de la tarde- no podía pasar inadvertida para Maduro. No obstante, su reacción con respecto al general Christopher también ha sido timorata. En otros tiempos, este general hubiese sido degradado y llamado a interrogatorio. Esta es una evidencia más de la pérdida de poder de Maduro a lo interno de la Fuerza Armada.
La carta de renuncia del ex jefe del Sebin tiene aspectos indicativos de que su destinatario no sería solo el ocupante de Miraflores sino también sus “compañeros de armas” y, en última instancia, la dirigencia política nacional. Personas que lo conocen sostienen que el texto era cocinado desde días atrás, por lo menos en sus líneas gruesas. Hay algunos pasajes que incluso suenan a proclama, como por ejemplo cuando sostiene la necesidad de “reconstruir el país y reordenar el Estado”, pero no mediante negociaciones a escondidas. También cuando reconoce que la sociedad está “saturada de militares”, cuya prestancia se ha desdibujado.
La destitución de Christopher y el inmediato nombramiento del general en jefe Gustavo González, con el comisario Calderón a su lado, hacen pensar que Maduro escogió la involución. También, que estamos ante un proceso cuyo ritmo se acelera, por lo menos, durante los primeros días de mayo.
Breves
-En la víspera de la jornada del 30 de abril, unidades militares emplazadas en diversas partes del país recibieron un radiograma en el que se les ordenaba reforzar la vigilancia perimetral de las instalaciones, repasar los planes de reacción inmediata e incrementar la supervisión a los parques de armas para evitar posibles “saboteos”. Las sospechas se concretaron en el estado Aragua, donde cuatro oficiales y un sargento de la Aviación presumiblemente intentaron tomar dependencias de la Compañía Anónima Venezolana de Industrias Militares (Cavim), con la intención de apoderarse del parque de armas. En este incidente resultó herido un mayor, a quien le atribuían el liderazgo del grupo insurrecto. Dos primeros tenientes y un efectivo de tropa profesional se dieron a la fuga. Esto quiere decir que, si bien lo sucedido el martes en Caracas sorprendió a muchos actores políticos, ya en la Fuerza Armada se manejaban informaciones que hacían presumir la inminencia de otra asonada.