Análisis | ¿Qué sigue tras la Consulta Popular? - 800Noticias
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¿Qué sigue tras la Consulta Popular?, es la pregunta que se hacen los venezolanos que, una vez más, y a pesar del descontento hacia la clase política de ambas tendencias, decidieron expresarse y alzar su voz para clamar por ayuda ante una situación que los desborda.

Con un liderazgo debilitado, el líder opositor Juan Guaidó impulsó la iniciativa en la que pidió a la población responder a tres interrogantes que buscaban demostrar al mundo la verdadera voluntad del pueblo: La exigencia del cese de la usurpación, el rechazo a las elecciones parlamentarias y la solicitud de más apoyo y acompañamiento de la comunidad internacional para alcanzar un cambio político.

En entrevista para 800 noticias, Alfredo Rojas Calderón, investigador y profesor universitario venezolano, especializado en comunicación política, residenciado en España, (@verbocracia a través de Instagram y Twitter) ofreció sus impresiones sobre el proceso que se llevó a cabo en medio de un marcado ambiente de desánimo y falta de credibilidad hacia la dirigencia opositora, pero que buscaba remarcar el rechazo de la población hacía el gobierno de Nicolás Maduro.

¿Qué tan efectiva considera que fue la Consulta Popular? ¿Realmente cumplió el objetivo trazado de rechazar de manera contundente las elecciones del 6-D?

AR: La participación en la consulta popular fue mayor a las previsiones de los estudios de opinión de octubre y está dentro de las expectativas que se podían tener en el entorno de “tristeza” -y por lo tanto de desmovilización- que caracteriza la situación emocional actual del país.

La consulta no podía tener un objetivo definitivo, más que un fin era un medio para seguir sumando acciones de rechazo a las parlamentarias del 6 de diciembre y a Maduro. Nadie puede esperar un cambio de gobierno con la Consulta Popular, solo seguir acumulando fuerzas esperando una circunstancia futura que sea favorable al cambio que promueve la oposición. Había que hacer algo que acompañara el llamado a la abstención y se convocó a esta Consulta Popular, mejor o peor, algo había que hacer y se hizo con su alcance -no puede ir más allá de lo que puede ser- una consulta” expresó.

¿En qué posición considera Ud. que quedan Juan Guaidó y Nicolás Maduro tras la realización de esta consulta y de cara a lo que se prevé para el próximo 5 de enero cuando inicia un nuevo periodo legislativo?

AR: Sobre los liderazgos de Guaidó y Maduro ambos están debilitados, por distintas razones, pero la fundamental para mí es la falta de soluciones a los problemas que los venezolanos consideran los más importantes y que no es precisamente la “crisis política”, sino el alto costo de la vida, el desabastecimiento o la escasez, los servicios públicos, electricidad y agua sobre todo.

Guaidó estaba presionado desde enero del año pasado cuando asumió como «encargado» a las soluciones de corto plazo y al pasar el tiempo sin esas soluciones -muchas materiales por cierto para lo cual Guaidó no ha tenido ni tiene la estructura del Estado- el desgaste de su liderazgo es inevitable. ¿Cuánto lo puede ayudar la Consulta Popular a reforzar ese liderazgo? Poco por sí sola, tendrá, insistió, que seguir sumando acciones que acumulen fuerzas hasta que logren un momento favorable al quiebre que espera.

¿Cuál será entonces el escenario que se vislumbra para el próximo 5 de enero?

AR: Creo que el 5 de enero no pasará nada distinto a lo esperado hasta ahora y que iba a pasar con consulta o sin ella, el gobierno instalará una nueva Asamblea Nacional según los resultados del 6 de diciembre, aunque las elecciones no sean reconocidas por la oposición ni por EEUU, ni la Unión Europea, ni varios países de la región.

Los promotores pueden considerar los resultados de la Consulta Popular vinculantes pero la cuestión es con cuáles instituciones cuentan para darle vigencia real. Solo la movilización popular, que no parece por ahora probable, puede de alguna forma empujarlo, de resto, no cuentan con recursos de poder para imponerlo y ha sido la imposibilidad crítica de Guaidó desde el año pasado, que bastante ha contribuido al debilitamiento de su liderazgo una vez que se fue desinflando la calle.

¿Cree que tras realizarse la consulta se endurecerá la postura de la comunidad internacional hacia la administración de Nicolás Maduro?

AR: La presión internacional puede hacer lo mismo que hace hasta ahora, ser un factor más pero no definitivo. Insisto, son distintas acciones en diferentes ámbitos que no son un fin en sí mismas sino un medio para un objetivo de cambio más amplio y complejo.

Esta iniciativa no es nueva, ya en 2017 más de 7 millones de venezolanos se expresaron en un plebiscito que generó altas expectativas en una población que posteriormente se sintió defraudada al no ver soluciones materializadas en el corto plazo, ¿Qué acciones deberá tomar Juan Guaidó para no generar el mismo sentimiento tras los resultados de esta nueva Consulta?

AR: Creo que 2017 ya se ve lejísimo, sobre todo porque los tiempos políticos en Venezuela son de vértigo y eso hace que la gente olvide fácil y rápidamente lo que apenas ocurrió hace un año e incluso meses. Se entiende que mucha gente espere soluciones a corto plazo, porque los problemas que le afectan así lo obligan, pero está claro que el cambio político, que los estudios de opinión indican que la mayoría espera, es mucho más complejo.

Se ha perdido el mecanismo electoral por desconfianza de la oposición, pero al mismo tiempo no tiene otros recursos que no sea la movilización de calle a la que la mayoría no está dispuesta. La opción para Guaidó, los promotores de la consulta, y la oposición en general, será hablarle más claro que nunca a sus seguidores sobre sus objetivos, que deben ser pequeños y reales, de las opciones disponibles y de lo que se necesita hacer para alcanzar esos objetivos.

¿Podríamos decir que la Consulta Popular debe ser considerada más como una especie de desahogo que como una acción para determinar el futuro inmediato del país?

AR: Sí, creo que nadie podía esperar que la Consulta Popular fuera definitiva, sino en efecto un mecanismo, como pudo haber sido convocar a la calle o cualquier otra, para expresar el rechazo al gobierno, a las elecciones del 6 de diciembre y en general a la situación general del país.

Una acción más que por sí sola no tiene más que ese sentido, el de consultar, el de expresión pública, pero que acompañada de acciones anteriores y próximas suma al objetivo que se plantea, a la espera de que llegue la circunstancia favorable para acciones constitucionales y democráticas que estén más cerca de cambiar la situación del país, que según lo que se plantea la oposición son unas elecciones presidenciales acordadas por ambas partes y con las garantías mínimas.

La desconexión de los ciudadanos con la dirigencia política es cada vez más palpable. A pesar de que la participación en la Consulta superó la registrada en los comicios del 6D, fue menor a la que se obtuvo en el plebiscito de 2017, ¿Cuál cree que ha sido la principal razón?

AR: Sí, hay una desafección generalizada con la política y los políticos, que por cierto no es solo en Venezuela y ni siquiera es nuestra región, está amenazando la democracia en muchos países y dando cabida a los extremos ideológicos. Tiene muchas razones, pero desde mi punto de vista es fundamental la distancia -a veces demasiado grande- que hay entre las preocupaciones de las mayorías y los discursos y las acciones de los políticos. Esto es peor en países en crisis económica y política como el nuestro: no hay soluciones, solo mensajes para mantener a los propios -duros- de cada lado más o menos movilizados y a los contrarios desmovilizados, mientras tanto cada quien resuelve su día a día cómo puede y cada vez puede menos.

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