Análisis | Políticas errática de Miraflores, dólar paralelo, y el bolsillo de los venezolanos - 800Noticias
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Con información de Panorama

El precio del dólar paralelo amaneció este jueves 23 de abril superando otro hito. Los Bs.200.000, de acuerdo con la mayoría de las cuentas de redes sociales que dan cuenta de su variación.

Más allá de las explicaciones de expertos, harto conocidas por los venezolanos, la fluctuación del paralelo está apunto de triplicar su precio en apenas dos semanas en el peor momento, justo cuando los venezolanos permanecen confinados en sus casas, por orden del Régimen, como medida preventiva ante la pandemia del Covid-19, que en el caso venezolano tiene 298 contagios, reseña el Diario Panorama en su versión web.

Entre tanto, lo que queda en pie del aparato productivo venezolano está sumido en el séptimo año de recesión, contra la pared por una política económica errática que incentiva las importaciones, literalmente paralizado por la cuarentena, y acelerando, en términos históricos, la reducción del tamaño de nuestro cuerpo económico.

Del otro lado de este «thriller» económico, los precios galopan a un ritmo mucho más acelerado que el paralelo mismo, mientras el Régimen sigue tropezando con la misma piedra, creer que puede «acordar precios» en una economía con todo tipo de desequilibrios, ante los que ahora tiene menos margen de maniobra, producto de la caída estrepitosa del petróleo.

 Nicolás Maduro volvió a insistir, este miércoles 22-A, en calificar este fenómeno de alza del dólar como un «ataque» y lanzó duras amenazas contra el sector privado, a la par que ordenó a su equipo económico tomar medidas contra el efecto más pernicioso de esta devaluación acelerada: el incremento de los precios de bienes y servicios, por lo que los empresarios deben prepararse para medidas de control y la imposición de sanciones.

En plena la escalada del dólar paralelo, para Miraflores la receta es la misma, advertencias, amenazas, monólogos con productores, etc, etc. Nada nuevo.

 En este contexto, Maduro ha propiciado un política importadora a costa del aparato productivo venezolano, relajando las condiciones de puerto, flexibilizando cargas tributarias hasta convertir la llegada de productos de EE UU, Turquía, Rusia, Irán y un largo etcétera en prácticamente tratados de libre comercio.

Mientras la carga impositiva para importar se relaja hasta lo indecible, para hacer desaparecer de los venezolanos el problema del desabastecimiento; el lastre para el sector productivo nacional, sin crédito de la banca, que lidia además con todo tipo de permisologías y sus alcabalas de  corrupción a cuestas, sin incentivos terminan en la misma fórmula: reduce o desploma la producción y ocurre lo impensable: un producto importado es más barato que lo poco que se hace  en casa.

Hablando en criollo, para hacer la ecuación  sencilla, nuestra economía de puertos se mueve  con el dólar como referencia, entre otras cosas porque esta es la moneda que domina el comercio internacional. Qué pasa cuando su valor aumenta en una economía dolarizada «a púa y rolo» como la venezolana, el precio de los productos sube, no es muy difícil entenderlo.

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