Análisis: El VíaCrucis de Juan Manuel Santos
EFE
El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, vive un auténtico VíaCrucis en vísperas de la Semana Santa con un cúmulo de problemas en el frente interno y en el internacional que se reflejan en un fuerte deterioro de su imagen.
Santos, que llegó al poder el 7 de agosto de 2010 y fue reelegido en 2014, se acerca a la mitad de su segundo mandato con una aprobación popular de solo el 30 %, la más baja desde que ocupa la Casa de Nariño, según una encuesta publicada hoy.
Esos números reflejan las turbulencias que rodean al presidente al que en las últimas semanas todo se le ha puesto cuesta arriba, comenzando por el proceso de paz con la guerrilla de las FARC, al que apostó todo su capital político y que después de casi tres años y medio sigue en la incertidumbre.
A eso hay que sumarle la caída de los ingresos del país por la crisis del mercado petrolero, los graves efectos de la sequía por el fenómeno de El Niño en varias regiones del país, el riesgo de un racionamiento eléctrico, el aumento de la inflación y el desempleo, y escándalos de corrupción en el sistema de salud, en la Policía Nacional y en la modernización de una refinería.
Todos esos problemas han sido capitalizados por movimientos sindicales y sociales que hoy salieron a la calle en una jornada de protesta nacional contra la política económica de Santos, al que no le perdonan tampoco que en plena crisis energética haya vendido a un fondo canadiense de inversión la generadora eléctrica Isagen.
Por si fuera poco, el buen manejo de las relaciones internacionales, que han sido uno de los fuertes de su Gobierno, sufrió hoy un duro golpe con la decisión de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), con sede en La Haya, de declararse competente para juzgar dos demandas que Nicaragua presentó contra Colombia en 2013 por la delimitación marítima en el Caribe.
En opinión del analista Vicente Torrijos, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario, el panorama no se presenta fácil para el presidente en los dos años largos que le quedan de mandato.
«Políticamente el presidente no tiene ninguna perspectiva», dijo Torrijos a Efe.
Para Torrijos, Santos se equivocó al centrar su gestión casi que exclusivamente en la negociación de paz con las FARC y por eso no percibió otros problemas del país que ahora han empezado a aflorar.
«Hay un colapso de gobernabilidad en Colombia y el origen de todo ello, a mi juicio, es el hecho de que el presidente concentró todos los esfuerzos en los diálogos con las FARC», apuntó.
Santos y el máximo jefe de esa guerrilla, Rodrigo Londoño Echeverry, alias «Timochenko», acordaron en septiembre pasado en La Habana que el acuerdo de paz se firmaría a más tardar este 23 de marzo, pero ambos ya reconocieron que es mejor darse más tiempo antes que llegar a «un mal acuerdo».
La razón es que en la recta final de los diálogos han surgido discrepancias entre el Gobierno y las FARC sobre las zonas donde se concentrarán los guerrilleros antes de proceder a la dejación de armas y su desmovilización, un punto fundamental del proceso.
Además, el plebiscito prometido por el mandatario para que los colombianos den la última palabra sobre un acuerdo con las FARC, parece cada vez más difícil no solo por el rechazo de la guerrilla a ese mecanismo sino por la petición de la Fiscalía General a la Corte Constitucional de que frene esa consulta por considerar que no es procedente.
Pero más allá de la firma de la paz, que nadie duda que se firmará este año, el presidente tiene que lidiar con los demás problemas internos, en su mayoría de tipo económico, en una coyuntura internacional adversa.
La crisis energética, que obligó al país a comprar excedentes a Ecuador y a comienzos de este mes costó el cargo al ministro de Minas y Energía, Tomás González, se presenta como el gran desafío para Santos por el riesgo inminente de un racionamiento y el costo que eso implica en términos políticos y para la propia economía, que a pesar del complicado escenario mundial, creció el 3,1 % en 2015.
De otro lado están las demandas sociales de los movimientos que convocaron la huelga de hoy, como el aumento de salarios, y que parecen más difíciles de atender porque el presupuesto nacional ha sufrido recortes por la crisis del petróleo y ajustes por la inversión que requerirá el posconflicto cuando se firme la paz.
Paradójicamente el litigio con Nicaragua, que hoy llevó a Santos a anunciar que Colombia «no seguirá compareciendo» ante la CIJ para tratar ese tema, le ha generado apoyo interno, empezando por su principal opositor, el expresidente Álvaro Uribe, que respaldó su decisión.