Amber Heard: atea, vegana, bisexual y obstinada - 800Noticias
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Agencias

Su padre, que trabajaba en la construcción en Austin (Texas), domaba caballos en su tiempo libre. Cuando Amber tenía 12 años, luchaba por mantenerse en jacos que corcoveaban. A fuerza de caídas se convirtió en una amazona empoderada no solo en la hípica, sino en la vida.

Ya adolescente, desertó de la escuela secundaria, obtuvo un diploma de estudios por correspondencia y pronto se reveló como una joven culta que despreciaba la televisión y se declaraba atea a los 16 años tras perder a su mejor amiga en un accidente automovilístico. Fue un duro golpe emocional.

De repente, se dio cuenta de que el futuro es una superstición, que no siempre hay mañana. Empezó a vivir con el lema: ‘Hoy es lo que único que tengo’. Aburrida del Texas conservador y temeroso de Dios, se convirtió en lo que ella misma categorizó como «atea, vegana, bisexual y obstinada».

Hizo un poco de modelo y se fue a Los Ángeles a los 17 años. Por entonces ya leía a Rainer Maria Rilke y sabía por ello que «no hay que pensar en victorias, basta con sobrevivir». También conocía a Leopardi y de él aprendió que la virtud se funda en la ilusión y que donde las ilusiones faltan, reina la mediocridad.

Los primeros trabajos

Lo que tuvo al principio fueron pequeños papeles en series de televisión como ‘Jack & Bobby’. En su primer trabajo en el cine, interpretó a la novia de un jugador de fútbol en la película de Peter Berg ‘Friday Night Lights’. Rara vez le ofrecían un papel que no empezara y acabara en su inapelable sex appeal.

Como espía y asesina internacional, se viste de látex antes de patear traseros junto a Kevin Costner (‘3 Days to Kill’). Como reportera policiaca del ‘New York Times’, pasa la mayor parte de su tiempo poniéndose cachonda con James Franco (‘Retales de una vida’).

Consiguió trabajar con algunos de los principales directores de Hollywood, como Tom Hooper en ‘La chica danesa’, Niki Caro en ‘Tierra fría’ y Nick Cassavetes en ‘Alpha Dog’, pero al igual que la carrera de una joven Charlize Theron, en su mayoría fue relegada a chica maciza mientras la acción giraba en torno a los demás.

El papel soñado

Amber soñaba con papeles que no la cosificaran y se le hizo la boca agua cuando recibió la llamada del productor de ‘Aquaman’, Zack Snyder, y le describió su personaje como «una reina guerrera, con una corona y una espada, una superheroína fuerte, independiente y dueña de sí misma». Era el tipo de mujer en que se reconocía a sí misma y que reivindicaba para todas las mujeres. Mara, su personaje, era ella misma: una mujer de armas tomar, vaya.

Compartiendo reparto con Jason Momoa, Nicole Kidman y Willem Dafoe, había mucho en juego en esa película, que costó 200 millones de dólares a Warner Bros y a sus 31 años era para Amber un trampolín para que despegara su carrera desigual.

Y así fue. Nueve años después del comienzo de su carrera, el ajetreo del autobús era un recuerdo lejano. Ahora conducía el coche de sus sueños, un Mustang del 68 que había reparado. Además, salía con Johnny Depp, un hombre famoso ya antes de que ella naciera.

Un quebradero de cabeza

Para bien o para mal, gran parte de la fascinación que rodea a Amber Heard proviene de sus romances. Desde 2008, tuvo una relación con la fotógrafa de celebrities Tasya van Ree y cuando los fulgores de esa pasión se eclipsaban, conoció a Depp en el set de ‘Diario de un seductor’. Se fueron a vivir juntos.

Se casaron en 2015 en su casa de Los Ángeles y luego lo celebraron en su isla privada de las Bahamas. Suponiendo que alguien todavía crea en los cuentos de hadas, lo suyo parecía uno de los más mágicos. No lo fue. Ya dijo Groucho Marx que la principal causa de divorcio es el matrimonio.

Graves acusaciones

Tras 15 meses de casados, las cosas se pusieron feas y Amber solicitó el divorcio alegando abusos físicos y verbales. Dijo, entre otras cosas malas, muy malas, que Depp le tiró un teléfono móvil a la cabeza y le produjo un corte debajo del ojo (Depp lo negó todo). Aunque la pareja firmó acuerdos de confidencialidad, no dejaron de destriparse en los medios.

Lo que se presentaba como un clásico juicio de divorcio al estilo de Hollywood, con un acuerdo por más de seis millones de dólares, acabó por culpa de la pandemia en un quebradero de cabeza de cuatro años con acusaciones de violencia física y psicológica por ambas partes. Ambos presentaron pruebas que los dejaba en muy mal lugar como agresivos y mentirosos. Ambos se denunciaron por difamación. A ambos les palmearon el hombro sus amigos y les escupieron sus enemigos. Ambos convirtieron su divorcio en un circo de fieras.

Devoción por la ciencia

Tras tarifar con Depp, Amber salió con Elon Musk. Fue el megamillonario quien le tiró los tejos en 2012, cuando estaba con Depp en el set de  ‘Machete Kills’, de Robert Rodríguez. El magnate de Tesla, SpaceX, Neuralink y por ahí seguido le pidió a Rodríguez que hiciera de mensajero: «¿Puedes decirle que me gustaría comer con ella en Los Ángeles? No busco una cita. Sé que tiene una relación estable, pero parece una persona interesante y quiero conocerla».

Tuvieron, según cuentan los dos, «una bonita historia» y mantienen una bonita amistad. Comparten, según confiesa Amber, «curiosidad intelectual, ideas, conversación y devoción por la ciencia».

Hace un par de años, Amber volvió a encontrar el amor con su novia Bianca Butti, directora de fotografía de Los Ángeles. El año pasado dio la bienvenida a su hija. Oonagh Paige Heard, a través de maternidad subrogada.

Sus intereses actuales

La actriz, que se sintió empoderada en ‘Aquaman’, sigue decidida a reformular la historia que se cuenta sobre ella. Activista en las redes sociales, parece ansiosa de comprometerse con los problemas del mundo. Como la brecha salarial, por ejemplo: «Como mujeres, nos pagan menos y terminamos pasando más tiempo en el set debido a las sesiones de peinado y maquillaje. Estamos trabajando en un sistema inherentemente defectuoso».

Amazona desde niña, no le cuesta subirse al caballo como don Quijote para socorrer al débil, porque -dice- «lo único peor que fracasar es dejar de intentar ganar». Junto a la Premio Nobel de la Paz Nadia Murad, es la primera actriz estadounidense en ser nombrada por la ONU Campeona de los Derechos Humanos.

Es también embajadora de la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU), empeño que compagina con el de embajadora global de L’Oréal. En ningún sitio está escrito que el ramo de olivo sea incompatible con el oro y ya dijo Chico Marx que «la mostaza sin roast beef no está tan buena».

Coleccionista de libros

Cada vez que viaja a Nueva York entra en Bauman Rare Books, una librería en el Upper East Side que mantiene su puerta principal cerrada con llave porque vende primeras ediciones carísimas. Amber es una ‘connaiseuse’ de raras ediciones príncipe, que colecciona, sobre todo de su filósofa de cabecera Ayn Rand, la ruso-americana que defendía el egoísmo racional y el individualismo a machamartillo.

Amber Heard es la mujer más bella del mundo según un algoritmo científico y, aunque abandonó los estudios a los 17, puede recitar a los clásicos como un erudito, habla español con fluidez y tiene la cabeza tan bien amueblada como su casa de Los Ángeles.

Mens sana in corpore sano porque, superheroína de ‘Aquaman’, no ignora que el territorio de los superhéroes tiene su ascética: levantamiento de pesas, entrenamiento en artes marciales, días agotadores en el set.

Ahora que acaba su largo proceso de divorcio de Depp, está convencida de que ganará gracias a una obstinación inasequible al desaliento. No es seguro, pero le queda el consuelo de este piropo de Terry Gilliam, actor y director de ‘Monty Python’, tras verla llorar en el juicio: «Estoy descubriendo que Amber es mejor actriz de lo que pensaba», escribió en Twitter.

 

Por Mundo.es

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