Algunas emociones pueden ser adictivas
Agencia.- ¿Es posible ser adicto a sufrir, enojarse o sentir frustración? Diversos estudios del cerebro y la anatomía humana han comprobado que sí.
La mayoría de las personas responderían ante esta afirmación: “¿estás loco?, ¡es absurdo que me digas que yo me provoco a mí mismo sufrimiento!”. Resulta que en la gran parte de los casos, no es algo que hagamos “a propósito”, más bien responde a un mecanismo del cerebro y las células de nuestro cuerpo, que con el tiempo crea la tendencia a repetir el mismo estado emocional una y otra vez.
Te explico a grandes rasgos y de forma simple cómo funciona. En el cerebro humano existen conexiones y redes neuronales que nos permiten procesar e interpretar lo que experimentamos, usando la información transmitida desde los sentidos. También gracias a ellas conservamos recuerdos. Es así como vamos “archivando” conocimiento a lo largo de la vida y, dependiendo de la única y particular historia de cada quien, será la interpretación que se tenga de lo que pasa en el día a día. La frase “cada cabeza es un mundo”, describe a la perfección la realidad de la experiencia humana.
Hay conexiones neuronales flexibles, que se modifican a medida que cambiamos de paradigmas o integramos nuevos aprendizajes, sin embargo hay otras que se fortalecen y rigidizan cada vez más, por la repetición de patrones de pensamiento.¿Cuántas veces te has encontrado “dándole vueltas” a lo mismo una y otra vez? Bueno, esto significa que haz entablado una relación a largo plazo con una idea (red neuronal) que ahora “sale a la superficie” de manera automática.
Pero vayamos a las emociones… hay pensamientos que provocan determinadas reacciones, y es un proceso natural del organismo que así sea. Por ejemplo, en muchas ocasiones, es necesario sentir miedo para poder estar alerta y huir del peligro, o experimentar tristeza para poder procesar un duelo y posteriormente soltar lo perdido y continuar. Pero ¿qué pasa cuando sentimos miedo, tristeza, enojo o frustración sin estar atravesando por una situación que verdaderamente lo amerite?
Esto sucede: nuestro cerebro, además de ser un maravilloso e intrincado procesador de información, también es una fábrica de químicos. Cada emoción, conlleva una descarga de sustancias que se distribuyen a través del torrente sanguíneo para finalmente alojarse en las células del cuerpo. Es un aviso de que algo está sucediendo y así es como nos preparamos para reaccionar de forma pertinente (seguramente habrás escuchado hablar de la adrenalina, este es uno de los muchos elementos que segrega el cerebro y más específicamente, el hipotálamo).
Así como la repetición de un pensamiento fortalece a determinadas conexiones y redes neuronales, también produce mayor cantidad de receptores para algunos químicos en particular. Cuando estos químicos dejan de producirse, bien sea por la decisión consciente de cambiar o por la ausencia de acontecimientos que disparen la emoción, surge una reacción de “protesta” o, para ser más exactos, el síndrome de abstinencia en las células que se han habituado a recibirlos. En la mayoría de los casos, de manera inconsciente, propiciamos situaciones o recurrimos a pensamientos que nos provean de “esa” emoción a la que, sin saber, nos hemos vuelto adictos.
Ahora, ¿es posible revertir esto? ¡Claro que lo es! Hacernos conscientes de la tendencia a sentirnos de cierto modo y tener la firme intención de cambiarlo, marca la diferencia. Contando con toda esta información, puedes comprender el proceso e intervenir para transformarlo. Cada vez que interrumpes un pensamiento repetitivo y lo sustituyes por otro, estás flexibilizando y provocando cambios en una red neuronal y con ello creando nuevas conexiones en tu cerebro que propician estados de ánimo más positivos y armónicos. Por otra parte, el saber cómo funciona este proceso te permite ser más tolerante contigo mismo cuando encuentres resistencias internas, ¡vamos, sí se puede!