Alertan que el sistema de drenajes de Caracas está obsoleto
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El plomizo cielo de Caracas, el cotorreo de las guacamayas y el calor sofocante anunciaban una nueva jornada de lluvias este martes 10 de agosto. El profesor José Luis López, ingeniero hidráulico e investigador de la UCV, conversó con Contrapunto sobre el río Guaire y el sistema de drenajes de la capital.
Después de las lluvias del 29 de julio, que causaron el desbordamiento de quebradas en Caracas, López señaló que el sistema de drenajes de Caracas estaba sobrepasado. El martes 10 de agosto, horas antes de un nuevo colapso causado por las lluvias, López reiteró su alerta. Menos de 12 horas después las lagunas en la avenida Libertador y la avenida Casanova, los reportes de los estragos que dejaron los chaparrones le dieron la razón.
El sistema de drenajes caraqueño fue hecho para otra ciudad, recuerda. También, la canalización del río Guaire, cuya hidrología se hizo en los años 50 del siglo XX. “Esa hidrología está caduca. Ya no hay las áreas verdes ni los campos agrícolas que había”.
El 29 de julio la quebrada Caroata, en el centro de Caracas, se desbordó. Las quebradas que la constituyen, señala López, nacen en el Ávila, y hoy “90% es área urbana, que no lo era hace 50 años”. Su canalización suma más de cinco décadas.
“Los drenajes son insuficientes. El sistema de drenajes está obsoleto”, remarca. Una de las consecuencias: ese sistema de drenajes es incapaz de descargar los caudales que producen las lluvias torrenciales.
Esta es la ruta del agua de las lluvias: escurre por las áreas pavimentadas, cae por los sumideros y pasa a las quebradas. Las quebradas deberían descargar en el río Guaire, “que es el principal drenaje de Caracas”. El investigador detalla que son unas 20 quebradas por la margen izquierda, y unas 10 por la margen derecha.
Pero, tal como lo indica, el desarrollo urbanístico acelerado ha cambiado los patrones de escurrimiento; es decir, el agua no se infiltra en el terreno y, en consecuencia, sube el caudal. El problema se agrava por la falta de mantenimiento de los cauces, ocupados por desechos, escombros y sedimentos que reducen su capacidad. También, por la deforestación de las cuencas, que produce sedimentos y aumenta los caudales.
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