Alergia al huevo y a la leche: Qué hacer y qué no hacer - 800Noticias
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EFE

Alergias alimentarias hay muchas pero, lógicamente, están más extendidas entre los alimentos que más consumimos. Las más frecuentes son al huevo y a la leche de vaca. Aparecen durante la primera infancia, los dos primeros años, según explica la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC).

La buena noticia es que hasta en un 85 % de los casos estas alergias se superan sobre los 6 años de edad. “Los síntomas normalmente ocurren entre minutos y horas después de ingerir el huevo o la leche, o aquellos alimentos que los contienen. Los signos y síntomas varían de moderados a graves, y pueden ir desde habones y urticaria hasta congestión nasal, vómitos y otros problemas digestivos. Incluso, en ocasiones, estas alergias pueden causar cuadros de anafilaxia”, alerta en este sentido la doctora Mar Fernández Nieto, del servicio de Alergología de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid.

Así, la alergia al huevo o a la leche representan una reacción adversa del cuerpo frente al alimento tras su ingesta. “Se presenta cuando el organismo produce un anticuerpo, la IgE (inmunoglobulina E), dirigida contra una sustancia que actúa como alérgeno, en este caso el huevo, o la leche”, menciona por su parte la Asociación Española de Personas con Alergia a Alimentos y Látex (AEPNAA).

“Tanto la yema como la clara de huevo contienen proteínas que pueden causar alergia, pero habitualmente la proteína más problemática es la de la clara”, precisa por su parte la doctora Lourdes Arochena González, también del servicio de Alergología de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid.

Una vez diagnosticada la alergia es importante evitar su ingesta en todas sus formas. En el caso concreto de la leche, apunta la doctora que la más habitual es la alergia a leche de vaca, pero la leche de otros mamíferos como oveja, cabra y búfala también puede causar alergia. A su vez, la alergóloga llama la atención sobre el hecho de que hay factores de riesgo para estas alergias, como son la dermatitis atópica o los antecedentes familiares de alergia alimentaria, de asma, o de rinitis.

“En el caso de que el niño tenga algún síntoma como los indicados anteriormente se evitarán el huevo o la leche, así como los productos que lo contengan (bollería, rebozados, salsa…) y se consultará inmediatamente al especialista”, añade la Asociación Española de Pediatría (AEP).

MEJOR PREVENIR

Con todo ello, la doctora Mar Fernández Nieto, del servicio de Alergología de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid, recuerda estas 3 herramientas para la prevención de estos incidentes: Leer cuidadosamente las etiquetas de los alimentos; tomar precauciones extra al comer fuera, y preguntar la lista completa de ingredientes del plato que queramos comer; utilizar un brazalete o collar con la información del diagnóstico de alergia alimentaria.

En concreto, cita que fuentes ocultas de productos que contienen huevo son: Chucherías, mayonesa, merengue, productos horneados, alimentos rebozados, mazapán, glaseados, carnes procesadas, tartas y natillas, aderezo para ensaladas, muchas pastas, bollería y algunos panes.

“Varios términos indican que se han utilizado productos con huevo en la fabricación de alimentos procesados, entre ellos: Albúmina, globulina, lecitina, livetina, lisozima, vitelina y palabras que comienzan con ‘ova’ u ‘ovo’, como ovalbúmina u ovoglobulina.

A su vez, sostiene que no hay que olvidar que existe reacción cruzada entre las proteínas de la clara y yema, y también entre huevos de diversos pájaros: gallina, pato, pavo, gaviota, codorniz.

“Es necesario prestar atención a productos cosméticos (jabones, geles, cremas, champús). Algunos medicamentos, preparados vitamínicos, o gotas nasales contienen lisozima, y en algunos inductores anestésicos se encuentran otros derivados del huevo. Es conocido el riesgo de posible presencia de pequeñas cantidades de proteínas de huevo en las vacunas víricas cultivadas en embriones de pollo”, añade la AEPNAA.

En el caso de la leche, la doctora Fernández Nieto señala que las fuentes obvias de las proteínas que ocasionan la alergia a la leche son los productos lácteos, entre los que se incluyen los siguientes: Leche (entera, semi o desnatada), mantequilla, yogur, helado y cremas heladas, queso y cualquier alimento que lo contenga.

“La leche puede ser más difícil de identificar cuando se usa como ingrediente en alimentos procesados, como los productos horneados y las carnes procesadas”, alerta, al mismo tiempo que precisa que las fuentes ocultas de leche incluyen lo siguiente: Suero de leche, caseína. ingredientes con el prefijo ‘lact’ (como lactosa y lactato), golosinas como el chocolate, el turrón y el caramelo, en los polvos de proteína, en el saborizante artificial de mantequilla y en el saborizante artificial de queso, o en productos hidrolizados.

EL DIAGNÓSTICO

Finalmente, la doctora Arochena recuerda que para el diagnóstico de estas alergias se debe realizar una buena historia clínica ya que, en algunos casos lo que el paciente identifica como una alergia es en realidad una intolerancia.

“Una vez establecida la necesidad de estudio, las primeras pruebas que se realizan son pruebas cutáneas en ‘prick’, que se pueden realizar en bebés sin ningún tipo de problema. En ocasiones será también necesario un análisis de sangre para medir la respuesta del sistema inmune a las proteínas de leche o al huevo (a veces la historia clínica es muy sugestiva pero las pruebas cutáneas son inconclusas o negativas)”, remarca.

Además, recuerda que en dos tipos de situaciones se realiza una provocación con leche o huevo: bien cuando en la primera consulta todas las pruebas son negativas, o bien en consultas sucesivas de seguimiento, cuando las pruebas se han negativizado tras meses de evitación del alimento.

En cuanto al tratamiento, la alergóloga de la Fundación Jiménez Díaz subraya que la única forma de prevenir los síntomas de alergia alimentaria es la evitación de los alimentos que dan problemas, así como de los productos que los contengan.

“El alergólogo, tras el estudio, le pautará medicación de rescate para los casos de ingesta accidental, que lamentablemente en niños se dan con cierta frecuencia en el colegio, en las fiestas de cumpleaños, o cuando estos se quedan al cuidado de personas que no están familiarizadas con su alergia. Es posible que le recomienden el uso de antihistamínicos, corticoides, o incluso autoinyector de adrenalina para los casos y reacciones más graves”, concluye.

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