Abecedario de la Psicología: Claustrofobia
EFE Salud
El paciente claustrofóbico presenta síntomas ansiosos como sensación de ahogo, presión en el pecho, palpitaciones, dolor de cabeza, aturdimiento o sudoración cuando se encuentra en un espacio cerrado o cuando piensa con anticipación sobre este tipo de situaciones.
Para que pueda ser diagnosticado, el temor debe ser un miedo severo y persistente, y tienen que darse intentos de evitar espacios cerrados como ascensores, autobuses, túneles, sótanos, cines, habitaciones pequeñas sin ventilación, lugares de donde la persona piensa que no va a poder salir.
Es un trastorno de ansiedad que pertenece al grupo de las fobias específicas y además suele ir acompañado de malestar por estar en lugares multitudinarios, conciertos de gran aforo, discotecas, manifestaciones, colas en el metro… el paciente busca de manera obsesiva las salidas.
Lo padecen entre un 2 % y un 5 % de la población y afecta a más mujeres que hombres, y a personas jóvenes a partir de los 20 años.
Las últimas investigaciones revelan que afectan incluso a la percepción, ya que produce una alteración cognitiva en el paciente a la hora de calcular el tamaño del espacio en el que se encuentra.
Este miedo intenso, es un miedo encubridor, que tapa el miedo a la muerte de la persona que lo padece. No asumiéndolo y desplazando de una situación a otra dentro de sus pensamientos esta carga ansiógena.
Por otro lado, se puede desencadenar a cualquier edad de la vida de las personas, siendo en momentos de mayor labilidad emocional cuando se produce y queda adherido al patrón cognitivo de la persona.
En ocasiones, se atribuye a una mala experiencia vivida pero la investigación concluye que esta situación traumática solo fue el desencadenante del trastorno, ya que tenía que existir una vulnerabilidad anterior.
La psicoterapia consiste en canalizar estos temores hacia emociones mas productivas y menos limitantes, se necesita hacer una análisis completo de cómo se producen los síntomas para dar estrategias que lo solucionen y abordar cuales son los verdaderos motivos que han desencadenado dicha dificultad.
Para modificar nuestra manera de pensar es necesario reducir la ansiedad anticipatoria y la hipervigilancia hacia los estímulos temidos.