¿A dónde fue el Egipto de César y Cleopatra?
800Noticias | @CrisbelVarela
César y Cleopatra llegaron a la sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño y por primera vez a Venezuela hace una semana, una obra del dramaturgo George Bernard Shaw bajo la dirección de José Tomás Angola y adaptación en conjunto con Elizabeth Yrausquín de Postalian.
Tras seis temporadas en Broadway y dos adaptaciones al cine, la pieza dejó ver un César (interpretado por Angola) que cree en el poder como un medio para conciliar, buscar la paz y una Cleopatra (Silvia de Abreu) al inicio muy niña y luego una mujer ambiciosa de poder, pero en una transición que careció de profundidad. Ambos personajes inmersos en una historia muy antigua, que trata temas como el poder, la guerra, la traición, venganza y en medio de ese conflicto, el amor y la muerte.
La obra que no pierde la esencia de la pieza original, comienza con la actuación de Aroldo Betancourt, quien interpreta al dios Ra mostrando una figura imponente en las tablas, bajo una iluminación que hace juego con su monólogo de presentación para revelar el conflicto que se avecinaba.
El escenario luego pasa a transformarse en Egipto, dónde César conoce a la joven Cleopatra, frente a la Esfinge, y es cuando el espacio donde se desarrolla la historia hace cuestionarse ¿dónde está Egipto? ante la simpleza de la escenografía en medio de la majestuosidad de la sala.
La escenografía estuvo además acompañada de una pantalla de apoyo que si bien buscaba que el público se sumergiera en la historia con imágenes y videos, no fue un elemento que verdaderamente lograra el objetivo porque la ubicación centraba toda la acción en un solo punto, mientras el resto del escenario gozaba de soledad y vacío.
A pesar de los espacios escenográficos, la música de Alfonso López Chollet no dejó de apoderarse de la Ríos Reyna, creando el ambiente necesario de la mano de la Orquesta Sinfónica Venezuela en vivo y dando fuerza al contexto con ritmos exóticos que impulsaron la obra. Además Miguel Ángel Noya se encargó de agregar sonidos electrónicos bastante sutiles.
El vestuario de Elizabeth Yrausquín de Postalian logró impactar y cada personaje le dio el uso apropiado en cada escena sin desperdiciar el diseño.
En esta oportunidad la producción estuvo conformada por La Máquina Teatro, la Fundación Asklepión, Teatro del Buen Paso, la Asociación Venezolana de Conciertos, el Centro de Artes Integradas, la Asociación Cultural del Colegio Emil Friedman, Aroldo Betancourt y la Fundación Teatro Teresa Carreño.