GRAVE | 19 caballos en el hipódromo de Santa Rita a punto de morir de hambre
Con inf. de Panorama
En el hipódromo de Santa Rita, esta en ruinas solamente queda 19 caballos, una pista enmontada, una tarima donde defecan palomas y el bullicio de los hípicos son ecos del pasado.
En el hipódromo de Santa Rita las escenas son desoladoras, una fuente ligada a la actividad hípica. A poco más de tres meses de su cierre ya no hay pizarra “se la llevaron para resguardarla”, interviene una fuente ligada a la actividad hípica bajo el anonimato. Igual suerte corrió “la antena de transmisiones para la señal hacia todo el país (…) No hay tractores, la pista no la riegan y el monte está creciendo”, agrega la fuente que a través de fotografías puede probarlo. Así lo reseño el Diario Panorama.
Ni qué decir del principal protagonista de la historia, los caballos. John González, obrero con más de 15 años, cuenta lo ocurrido. De los 412 equinos que existían antes de noviembre del 2015 solo quedan 19 por darle salida, muchos murieron por hambre, los que tuvieron más suerte se los llevaron sus propietarios. El hipódromo municipal de Paraguaná y la trocha de la Villa fueron algunos de sus destinos.
“Eso daba tristeza ver cómo morían, infinidades de fundaciones vinieron sin una respuesta, hasta la Misión Nevado trató de mediar, pero no fueron atendidos”, cuenta el obrero.
En la retina de los hípicos zulianos quedaron los días de gloria del coso ritense. Cómo olvidar el llenazo del 2 de diciembre de 1990, cuando Juan Vicente Tovar escribió la página más importante de su inmortalidad ganando con Don Fabián, Mon Coquette y Randy, la triada caribeña para Venezuela desafiando a la naturaleza misma en medio de un fangal en que la lluvia convirtió a la pista zuliana.
Ni qué decir de la inolvidable noche del 13 de noviembre de 1998 cuando nuestro más excelso embajador, High Security, batió al encopetado capitalino, El Gran Sol, en un duelo que derivó en una invasión de fanáticos zulianos a la pista para tocar a su ídolo.
Las noches de miércoles en familia en el óvalo de Palmarejo sucumbieron ante la mano de mafias que hicieron parecer jardines de infancia a la leyenda urbana de la banca suiza.
La primera letra del obituario ritense se escribió la noche del 18 de abril del 2012 cuando la tribuna se tiñó de sangre. En plena carrera una ráfaga de un sicario mató a dos hombres, Oswaldo Ortega, pareja de la entonces alcaldesa de La Cañada, Maira Zamora, y su escolta Néstor Figueroa.
Desde entonces, militarizaciones e intervenciones iban y venían con la espiral de violencia desatada en el mismo hipódromo que terminó por espantar al público.
A Ortega y Figueroa le siguieron el caballerizo Deivis Bozo, asesinado saliendo del óvalo, en enero del 2015 y a finales del año pasado, en diciembre, el entrenador Erick Chourio, acribillado en plena jornada de inscripciones, dentro del recinto y un largo etcétera de trabajadores de la hípica atacados saliendo de sus jornadas.
Eso sin contar con lo insólito de unas carreras en las que sus protagonistas de una u otra forma se hicieron cómplices de amaños que pasaban, incluso, por jinetes lanzándose de cotizados equinos que otras veces salían con “sueño” de sus cuadras.
Casi podría decirse que el coso ritense y sus “protagonistas” cavaron la suerte de un hipódromo que, a diferencia del viejo y desaparecido óvalo de la Limpia, no sucumbió ante la modernidad, cayó ante las mafias que escribieron su epitafio: Requiem Santa Rita.