16 años en el poder | Mahmud Abás: Un presidente sin liderazgo
EFE
Sin liderazgo, incapaz de reconciliar a las facciones palestinas ni de detener la colonización israelí, Mahmud Abás cumple hoy dieciséis años como presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) sin haber convocado comicios para legitimar un legado que gran parte de la población cuestiona o rechaza.
“Abás no cumplió con las aspiraciones del pueblo palestino ni con sus objetivos nacionales», resume a Efe el escritor y analista gazatí, Mustafa Ibrahim, expresando una impresión cada vez más extendida sobre el que es sucesor de Yaser Arafat y hoy lidera un «sistema político fallido».
Elegido presidente en las elecciones de 2005 con más del 60 % de los votos -un año más tarde se celebrarían legislativas en las que ganó el movimiento islamista Hamás- los palestinos no han podido desde entonces decidir quiénes son sus representantes.
Sin que se haya vuelto a celebrar comicios, pese a los reiterados anuncios, Abás pretende firmar por fin el decreto de convocatoria antes del 20 de enero. Pocos confían en que lo haga.
«Nuestro pueblo se ha visto privado de elegir otro liderazgo o de renovar la legitimidad porque Abás se negó a convocar elecciones reales y serias en las que participen todas las personas e instituciones», reprochó en declaraciones a Efe el portavoz de Hamás, Hazem Qasem.
Es otro de los fracasos que se le reprochan: la imposibilidad de reconciliar las diferentes facciones de la escena política palestina, especialmente entre Hamás y el partido nacionalista que Abás lidera, Fatah, enfrentados desde hace más de una década.
Nacido en 1935 en el pueblo de Safad, hoy Israel tras la creación del Estado en 1948, se convirtió en primer ministro del primer gobierno de la ANP en 2003, y tras la muerte Arafat, asumió también la presidencia de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).
El 15 de enero de 2005, tras ganar los comicios celebrados el día 9, prestó juramento como presidente de la ANP, creada por los Acuerdos de Oslo (1993-95). Sin embargo, hoy este autogobierno, que debería ser temporal, es limitado y sin capacidad financiera o política para avanzar hacia el establecimiento de un Estado palestino independiente.
«Bajo su gobierno, el sistema político palestino ha permanecido bajo ocupación israelí. Las prácticas de los colonos se volvieron más brutales, los asentamientos se expandieron y Jerusalén se ha judaizado», explica Ibrahim.
Y ante el enfrentamiento interno: Cisjordania permaneció dividida bajo el control militar de Israel, y administrada parcialmente por la ANP, y la Franja de Gaza bajo el gobierno de Hamás y bloqueada por tierra, mar y aire.
«A pesar de su insistencia en un camino que no fue acordado por las facciones palestinas y los poderes políticos, tampoco ha logrado la libertad o la independencia», reprocha Qasem.
Analistas, oponentes y opinión pública coinciden en que dieciséis años después, la situación de los palestinos ha empeorado y hoy más que nunca su liderazgo está indefenso y deslegitimado, careciendo de poder para lograr ningún objetivo político, interno o externo.
Hani al Masri, analista político en Ramala, añade que durante la presidencia de Donald Trump en Estados Unidos, Israel y potencias de Oriente Medio «intensificaron la presión sobre Abás para que aceptara la iniciativa estadounidense de paz, conocida como el Acuerdo del Siglo», ampliamente rechazada por los palestinos.
Abás tampoco ha mantenido la unidad del movimiento nacionalista de Fatah, desde que se enfrentó a Mohamad Dahlan, líder del partido en la Franja y con gran apoyo popular, que hoy vive exiliado en Emiratos Árabes Unidos (EAU).
«Abás ha sido un azote para el pueblo palestino», valora Imad Mohsen, portavoz del Movimiento de Reforma Democrática de Fatah, escisión del partido nacionalista que Dahlan fundó.
«No vimos ni un solo día que pueda definirse en la historia de este hombre como un logro. Fue contra todas las expectativas», concluye sobre la desesperanza y frustración cada vez más extendida en la sociedad palestina, de las que responsabilizan a Abás.