La historia del obelisco en Plaza de San Pedro
Por Analid Rojas | 800 Noticias
El obelisco de la Plaza de San Pedro, erigido en 1586 por el Papa Sixto V, es más que un simple monumento. Su origen se remonta al antiguo Egipto, donde fue tallado en granito rojo. En el siglo I DC, el emperador romano Calígula, fue quien lo trasladó a Roma para adornar su circo privado, conocido como Circo de Nerón.
El obelisco era llamado «testigo mudo», pues, una leyenda popular dice que el apóstol San Pedro, fue torturado y crucificado al lado del monumento.
Luego de la caída del Imperio Romano, el monolito se mantenía en pie. En 1586, el Papa Sixto V ordenó su reubicación a la Plaza de San Pedro. El arquitecto Domenico Fontana fue el encargado de diseñar la gigantesca operación para erigir el monumento en el centro de la Santa Sede, la maniobra, que duró varios meses.
El 10 de septiembre, la hazaña de ingeniería estuvo a punto de terminar en tragedia cuando las cuerdas que sostenían el monolito estaban a punto de romperse. La rapida reaccion de un marinero llamado Benedetto Bresca evitó el desastre al gritar «¡Agua a las cuerdas!». El grito de Bresca se convirtió en una leyenda.
El obelisco, que mide más de 25 metros de altura, una esfera de bronce, fue sustituida por una Cruz y en la base del obelisco se grabó una antigua fórmula de exorcismo que reza: «Esta es la cruz del Señor. Huid, adversarios. Triunfa el león de la tribu de Judá».
En el siglo XIX, el obelisco fue convertido en un reloj solar junto con discos de mármol en el suelo formando la rosa de los vientos y una meridiana. En la actualidad, el obelisco de la plaza de San Pedro es el único de la capital italiana que se mantiene intacto.
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