#10Oct Santoral del día | Santo Tomás de Villanueva
Agencias
Hijo primogénito de Tomás García y Lucía Martínez de Castellanos, hidalgos de Villanueva de los Infantes, partido y vicaría del Campo de Montiel, provincia de La Mancha, en la corona de Castilla, donde la familia tenía una posición económica desahogada, permitiendo a algunos de sus miembros estar vinculados con las Órdenes Militares y dedicarse al gobierno municipal; fueron cinco hermanos.
De su madre aprendió las virtudes domésticas, a nombrar a la Virgen María y a llevarla en su corazón, como demostrará el resto de su vida; de su padre adquirió la misericordia para con los necesitados. La caridad como justicia, pero también como limosna y como entrega personal al necesitado, fue práctica y dedicación constante.
En diciembre de 1518 es ordenado sacerdote, celebrando su primera misa el día de Navidad (Ntra. Sra. del Parto); a partir del año siguiente comenzará su vida pública de servicio a la Iglesia y a la Orden de San Agustín, ostentando los cargos de prior de Salamanca (1519 y 1523), visitador provincial (1525), prior de Burgos (1531), primer superior Provincial de la provincia de Andalucía (1526), y posteriormente de Castilla (1534), revisor nacional de bibliotecas conventuales (1536); parece ser que renunció al arzobispado de Granada y, en virtud de santa obediencia, acepta el de Valencia, el 5-VII-1544 (Ntra. Sra. de las Nieves).
Como religioso destacó por la humildad y la obediencia con las que aceptó las misiones y trabajos que le encargaban los superiores; posteriormente fue ejemplar por su actitud de servicio con la que ejerció la autoridad, recordando el mandato de la Regla de San Agustín de vivir “no como siervos bajo la ley, sino como seres libres dirigidos por la gracia” (cap. VIII, 48). Es conocido por su amor a la Virgen, como demuestran sus escritos, y por la piedad de sus predicaciones; fueron famosos los sermones predicados en la catedral de Salamanca en la cuaresma de 1521.
Mantuvo una especial predilección por los pobres, las huérfanas y los niños abandonados, especialmente estos últimos, que por su desvalimiento no podían sobrevivir y ser criados con dignidad, llegando a tener habitualmente más de medio centenar, que alimentaba, vestía y educaba; los primeros de mes visitaba las dependencias donde se criaban y a las amas que los cuidaban, interesándose por su desarrollo y salud.
Se apresuró a ponerse a bien con los pobres, que era la forma de poder justificarse ante Dios de una correcta administración de los bienes; dejó pagado el sustento de un año y el salario de las amas de cría de los niños abandonados; ordenó al tesorero y al limosnero del arzobispado que entregasen urgentemente a los pobres todo el numerario que hubiese en las arcas del arzobispado, ya que deseaba morir sin poseer nada; después fue repartiendo las pertenencias de su casa y, en un último gesto de desprendimiento, entregó la cama en la que estaba a un criado, pidiéndosela prestada para morir, como ocurrió el día 8 de septiembre de 1555. Fue beatificado por Pablo V, el 7-X-1618, y canonizado por Alejandro VII, el 1-XI-1658, organizándose en muchas ciudades de España e Hispanoamérica importantes celebraciones conmemorativas según el modelo de fiesta barroca.
Mensaje para hoy
Hay en la época de Santo Tomás unas situaciones cuyas raíces no son tan ajenas a nosotros, ni sus motivaciones están tan distantes de nuestros problemas, aunque las formas, el espacio y las soluciones sean diferentes.
Sin embargo, cuando nos encontramos con el problema de la pobreza y la solidaridad como respuesta de justicia al desigual reparto de los bienes; cuando experimentamos que la oración es el camino directo para la contemplación de Dios; cuando vemos la preocupación que tuvo por la formación humana, intelectual y moral de los sacerdotes, como vía segura para mejorar su imagen y su misión pastoral; cuando escoge la predicación y la catequesis como formas de evangelizar al pueblo; cuando descubrimos que el servicio a la Iglesia diocesana fue su primera tarea y ocupación de obispo; cuando leemos en sus obras que la vocación a la santidad es una invitación que hace Dios a todos los bautizados; cuando aceptamos que la Iglesia necesita renovarse porque su misión es preparar los caminos del Señor y acercar a las gentes al Dios que salva y libera… Y todo ello, hecho por amor y desde el amor.
Cuando comprobamos esto, y lo vemos vivido por Santo Tomás de Villanueva, en la primera mitad del siglo XVI, comprendemos por qué su figura y su mensaje son actuales.