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Sociedad en Tiempos de Revolución

Todos los venezolanos padecemos los efectos de la destrucción ex profeso de la economía del otrora país más rico de América Latina a manos de una pandilla de sujetos que entregaron nuestra soberanía a intereses extranjeros por odio y resentimiento hacia sus connacionales, a quienes culpan de la miseria que vivieron antes de su toma del poder. Y muchos tienen la capacidad de deducir o inferir las terribles consecuencias de esta debacle económica en nuestro futuro. Pero pocos piensan en la progresiva degradación de la sociedad venezolana tal como la conocimos. Los quince devastadores años de falsa revolución no sólo nos convirtió en el país más pobre de América Latina, sino que transformó una sociedad con valores y principios en una sociedad polarizada, enfrentada y carente de sensibilidad humana.

A principios de esta semana, los datos oficiales emanados del INE daban cuenta de otro logro del régimen chavo-madurista: 1 de cada 4 embarazos tiene lugar en adolescentes. ¿Nos dice algo esta estadística? El 25% de los nuevos ciudadanos de la República nacen en medio de una precaria situación familiar, en la cual la madre no tiene capacidad económica ni madurez suficiente para criar un hijo. Es frecuente ver los maltratos infligidos a los infantes por sus jóvenes madres, así como la falta de cuidado en su alimentación y aseo, cuando no cuentan con un familiar o conocido a quien endosarle la crianza del niño. Es preocupante pensar en el futuro que les espera y no hacer nada para cambiarlo. Por el contrario, las políticas sociales implementadas por el régimen han reforzado la creciente tendencia de embarazos adolescentes con el otorgamiento de becas a madres en estas condiciones con fines de proselitismo político. Adicionalmente ha impuesto la permanencia de alumnas embarazadas en los planteles de educación básica, creando en los niños una impresión de normalidad en la práctica de la sexualidad irresponsable.

Otro factor determinante en la transformación de la sociedad venezolana ha sido la dramática merma en la calidad de la educación impartida por el Estado y el cerco económico y político impuesto a las instituciones de educación privada para asfixiarlas e impedir su funcionamiento como fuentes alternativas de conocimiento contra la manipulación ideológica de la educación de los niños y jóvenes por parte del régimen. Y, como si fuera poco, la aguda crisis económica generada durante el mandato del delfín de Chávez y los Castro ha potenciado los índices de deserción escolar en los niveles de educación primaria y básica a niveles sin precedentes en la historia democrática del país, ello aunado a la eliminación por parte del gobierno del Programa de Alimentación Escolar (PAE) en las escuelas “bolivarianas” después de la muerte del caudillo de la revolución.

El harto conocido discurso violento y cargado de odio desde la jefatura del poder y de todos sus acólitos, la justificación de acciones delictivas de los afectos al régimen por medio del control del aparato de justicia y la formación de cuerpos paramilitares y parapoliciales armados integrados por elementos de la delincuencia común han convertido a un importante sector de la población en esbirros pagados para agredir a quienes aún resisten a las tropelías rojas y sujetos serviles o “patriotas cooperantes” a cambio de beneficios que más temprano que tarde perderán. Entre ellos se cuentan las abultadísimas nóminas de los organismos del Estado-Partido, los mal llamados colectivos y aquellos que viven de becas y programas “sociales” condicionados a su fidelidad electoral y la prestación de sus servicios cuando el partido así lo requiera. Todo ello, unido a la drástica reducción de las fuentes de empleo en Venezuela, ha sustituido la cultura del trabajo y la meritocracia por una suerte de supervivencia basada en la competencia desleal, el egoísmo y la desconfianza hacia los demás.

Como último aspecto, pero no menos importante, se destaca la ausencia casi absoluta de autoridad en todos los ámbitos de la vida nacional. La única acción visible del gobierno en materia de seguridad se ha manifestado en una brutal represión hacia los estudiantes, políticos y ciudadanos de la Resistencia que han ejercido su derecho constitucional a la protesta pacífica, con un saldo trágico de venezolanos de bien fallecidos, heridos, presos y torturados por el “socialismo humanista”. Sin embargo, los índices delictivos y crímenes aumentan día a día ante la mirada complaciente de quienes tienen el deber constitucional de garantizar la vida y propiedades de los ciudadanos.

¿Realmente estamos conscientes de la sociedad que estamos construyendo en nuestro país?

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