Rousseff causa alergia en los mercados pero no en el electorado - 800Noticias
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BRASILIA, (AFP) – La «alergia» de los mercados a una posible reelección de Dilma Rousseff, en medio de un bajo crecimiento y alta inflación, parece no contagiar a gran parte del electorado brasileño que, pese a las protestas de 2013, mantiene cierto bienestar y podría preferir la continuidad al cambio.

El mercado responsabiliza a la presidenta Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT, izquierda), de interrumpir el crecimiento que Brasil inició durante la década pasada, cuando el mundo confiaba en que el gigante emergente se convertiría en pieza esencial de la economía mundial.

Tras un alza espectacular de 7,5% del PIB en 2010, Brasil ha crecido muy poco en años siguientes y ahora atraviesa una recesión técnica. Según analistas habrá una expansión de apenas 0,3% en 2014.

Rousseff -favorita según los sondeos para ganar la primera vuelta del 5 de octubre y en empate técnico con la ecologista Marina Silva para una segunda vuelta el 26 de octubre- culpa de este pobre desempeño a la crisis económica en Estados Unidos y Europa, pero para los economistas hay también una fuerte responsabilidad del gobierno.

La mandataria promete cambiar el equipo económico si es reelecta, y destaca que Brasil tiene un fuerte consumo, pleno empleo y los salarios crecen gracias a las políticas aplicadas por los tres gobiernos consecutivos del PT, que llegó al poder en 2003.

 

«Rousseff escogió una mala combinación de políticas. Cambió el modelo que controlaba la inflación. Creyó que la economía iba a crecer con el impulso de la demanda, pero eso sucede sólo en el corto plazo. Y no supo cambiar de dirección cuando era evidente que no funcionaba», dijo a la AFP el economista jefe de la consultora 4Cast, Pedro Tuesta, basado en Estados Unidos.

Rousseff intentó en 2011 enfrentar la crisis global y acabó con la autonomía del Banco Central -que hasta su antecesor Luiz Inacio Lula da Silva había respetado- reduciendo la tasa de interés referencial para abaratar créditos y estimular el consumo.

Hasta ese momento, Brasil tenía tasas entre las más altas del mundo, que mantenían la inflación a raya.

Pero la situación externa fue más complicada de lo previsto y además la inflación se disparó y ahora roza el límite de 6,5% de la meta oficial en 12 meses. Luego el Central empezó a subir la tasa nuevamente para contener el alza de precios al consumo.

El gobierno también intentó alentar el crecimiento a través de la rebaja de impuestos para varios sectores como automóviles y electrodomésticos, medidas que para varios analistas tiene un efecto limitado.

El mercado y varios sectores de la economía ven con malos ojos la política económica del gobierno, y critican su intervencionismo en empresas estatales como Petrobras, o en las tarifas de energía, que el gobierno bajó pese a una fuerte sequía.

«El sector inmobiliario necesita de tasas bajas, inflación baja, y de más confianza y estabilidad en el futuro de la economía, porque un departamento se compra en el largo plazo. No hay eso ahora», dijo a la AFP Marcelo Latini, de 53 años, socio de la empresa inmobiliaria Latini-Bertoletti en Rio de Janeiro.

Para el exdirector del Banco Central Alexandre Schwartsman, «la posibilidad de que un nuevo gobierno cambie este tipo de políticas hace que los mercados reaccionen eufóricos ante encuestas desfavorables a Rousseff».

La «alergia» del mercado, dijo Schwartsman a la AFP, está atada a los perjuicios que sufren los papeles en la bolsa, por ejemplo, Petrobras, actualmente en medio de un escándalo de corrupción.

 

Pese al magro o nulo crecimiento, el desempleo se ha mantenido bajo (4,9% en abril, último dato disponible), el salario mínimo sube anualmente (está en 314 dólares) y la demanda interna sigue relativamente fuerte gracias a los 40 millones de brasileños que según datos oficiales pasaron a integrar la clase media durante el gobierno del PT.

«En este gobierno, la clase baja se convirtió en emergente. La clase trabajadora ha conseguido empleo directo. (El gobierno ) ya tiene todo andando, ya está organizado y va a buscar mejoras. Antes sólo la élite se construía una casa. Ahora hay más oportunidades», explica Aquiles Meneses, de 32 años, empresario de construcción civil que admite su preferencia por Rousseff.

Y aunque muchos brasileños piden cambios, los analistas subrayan que el elector brasileño es conservador. «Difícilmente cambia lo cierto por lo dudoso», dice André Cesar, analista político de la consultora Prospectiva.

«Tienen empleo, televisor, carro, y tienen para hacer su parrilla de fin de semana. No modifican esa sensación de bienestar», explicó.

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