OPINIÓN | Imagina ese día, por María Corina Machado - 800Noticias
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María Corina Machado

Hoy te despiertas, y lo primero que te enteras es que anoche Maduro y sus mafias salieron de Miraflores. Lo logramos; los sacamos.

¿Qué es lo primero que sientes? ¿Qué es lo primero qué haces? ¿A quién llamas? ¿Qué te pones, a dónde vas, qué es lo que gritas en la calle, a tu vecino? Llamas a tu hijo que está lejos, y le dices que prepare su maleta, que regresa a su país. Se acabaron los momentos especiales a través de una cámara de teléfono; ahora los abrazos y los sueños serán en persona, junto a su familia y sus amigos.

Llamas a tu vecino, y juntos planifican levantar la santamaría de su negocio que está vacío y cerrado. Es momento de rescatarlo, de ponerlo nuevamente a andar. Ha llegado la hora de trabajar, de producir, de vivir sin miedo. Los jóvenes se visten rápido para irse al liceo o a la universidad, a encontrarse con sus compañeros; volver a planear graduarse juntos y luego trabajar en lo que siempre han querido. Saben que ahora podrán hacerlo en su país y no tendrán que irse a buscar un futuro en otras tierras.

Los trabajadores, empresarios y comerciantes organizan una reunión de emergencia, porque necesitan reactivar los campos y las empresas, porque tienen consciencia de que el país los necesita más que nunca y que serán parte esencial de su reconstrucción. Hay que producir, generar empleo, bienes para el consumo, riqueza de verdad.

Los periodistas llegan a sus puestos de trabajo apurados, con muchas tareas e información, pero con una gran emoción en el pecho. Hoy, después de muchos años, saben que pueden hacer su trabajo sin censura, contar la verdad sin miedo; con Libertad. Se preparan para dar la noticia de ese día histórico a los venezolanos, aquí y alrededor del mundo.

Los empleados públicos sienten que les han abierto las rejas de una cárcel feroz. Ahora pueden trabajar sin chantajes ni amenazas, en un sistema donde prevalece el mérito y la excelencia, con el derecho de pensar y decir lo que quieran sin que eso ponga en riesgo sus ingresos. Los maestros y profesores también saben que es el momento de rescatar la escuela y la Universidad. Están seguros de que las aulas y los pasillos van a volver a llenarse de jóvenes hambrientos de conocimiento y que tienen la monumental tarea de formarlos con valores muy sólidos. También saben que es hora de contar la historia de lo que vivimos. La verdadera historia, para que aprendamos de ella y nunca más se vuelva a repetir.

Las enfermeras, médicos y trabajadores de la salud, saben que cada hora cuenta. Que seis años sin programas de vacunación exigen una campaña titánica; y están decididos a salvar a esta generación de los estragos de la desnutrición y el abandono. En cuestión de semanas, muchos llegarán de afuera llenos de aprendizajes y energía, y se irán entusiasmados a recuperar ambulatorios en las zonas más remotas del país.

Los ciudadanos militares entienden el desafío que significa comenzar a construir una Fuerza Armada Nacional moderna y bien equipada, ahora sí, al servicio de la Nación; y de recuperar el respeto y aprecio de toda la sociedad. De inmediato procede ejercer la Soberanía Nacional en todo el territorio y desarticular y expulsar, uno por uno, a los grupos irregulares y a los agentes del régimen cubano en Venezuela. Saben que el mérito será, de ahora en adelante, el único requisito para el ascenso en la nueva institución militar.

Abriremos las celdas de las prisiones infames y los aeropuertos no se darán abasto para recibir a tantos que regresan a reconstruir, con nosotros, su país.

Son horas de una alegría infinita, pero también de una profunda reflexión. De recordar todo lo que perdimos, a todos los que cayeron, a los que entregaron su vida y su nombre en esta lucha por la Libertad. A los que tuvieron que huir del país, a los que vieron partir a sus hijos y nietos. A los que perdieron su patrimonio y fueron humillados. A los que vivieron bajo el miedo.

También es la hora de prepararnos y entender la magnitud y complejidad del momento que comienza. Es prioritario traer comida, medicinas y atender la emergencia. Pero, al mismo tiempo, hay que curar las heridas del alma para poder lograr el reencuentro entre los venezolanos, y ello exige apuntalar los pilares de instituciones sólidas, para acabar con la impunidad, aplicar la justicia y cerrar los años más oscuros de nuestra historia. Imaginar este momento es emocionante; nos para los pelos de punta. Nos da la fuerza que nos impulsa a hacer lo que tenemos que hacer hoy para que este gran día termine de llegar.

 

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