«Me violó todos los días por seis meses»: el infierno de una esclava sexual del EI - 800Noticias
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Ekhlas vive actualmente en un hospital psiquiátrico en Alemania. No es lo ideal, pero al menos es mucho más seguro que su último destino en el norte de Irak.

En agosto de 2014 su aldea fue atacada por militantes del grupo autodenominado Estado Islámico. A muchos de sus habitantes les dispararon y los mataron. Mujeres y niños fueron capturados.

Ekhlas tenía 14 años. Ella y su familia trataron de escapar por las montañas, pero no llegaron muy lejos. «Mataron a mi padre frente a nuestros ojos. Vi su sangre en sus manos», contó a BBC.

Cuando atraparon a su familia, los militantes de Daesh la separaron de su madre, secuestraron y metieron a una prisión.

«Todo lo que escuchaba eran gritos, llanto, todos estábamos hambrientos, no alimentaban a nadie. Vi a un hombre de unos 40 años sobre una niña de unos 10. La niña gritaba: «Nunca olvidé esos gritos. Decía ‘Mamá, mamá…'» pero no pudimos hacer nada».

Una vez prisionera, uno de sus militantes se acercó al grupo de niñas y adolescentes. «Él me escogió entre 150 niñas. Era tan feo, como una bestia, con pelo largo. Olía tan mal… tenía tanto miedo que no podía ni mirarlo. Me violó todos los días, durante seis meses. Traté de matarme», explicó la adolescente al programa de la BBC.

«¿Cómo logro decírtelo sin llorar? Te explico: me quedé sin lágrimas», concluye.

Un día, aprovechando que su captor estaba luchando en terreno, Ekhlas logró escapar. Fue llevada a un campo de refugiados y allí conoció a Jaqueline Isaac, una abogada estadounidense que se encarga de reubicar a los niños dentro de países de la Unión Europea

Ekhlas está hoy en un centro de apoyo psiquiátrico. Además va al colegio y asiste a una terapia en grupo para los niños y adolescentes refugiados.

Consultada sobre si le gustaría volver a Irak, responde: «Sí. Pero cómo reconozco yo al vecino que alguna vez me traicionó y violó. Cómo sé que no volverá y violará a mis hijas. Probablemente piensas que soy fuerte como una roca, pero quiero que sepas que estoy herida por dentro. Mi dolor es como 100 muertes», concluye Ekhlas.

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