+FOTO| La triste historia de la niña del charco: «¡Dios!, parece un perrito» - 800Noticias
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¡Por Dios! Parece un perrito», pensó Patricia Fernández al ver a la niña allí fuera. Ella estaba parada en un semáforo en rojo, a punto de continuar con su vida. Aún no sabía que la pequeña y sedienta criatura era nieta de un hombre apellidado Reyes, un abuelo guaraní de Misiones (provincia argentina) al que no le duelen prendas en arrastrar a los suyos a la ciudad para pedir limosna. Y por delante siempre los niños. Flacucha, desgreñada, reclinada hacia el suelo…

La imagen de la niña guaraní apagando su sed en un charco del suelo impactó a la periodista argentina. Con el mercurio marcando por encima de los 36º, la sensación térmica superaba los 40º. Y aunque no había llovido, un charco brillaba sobre el asfalto. «Es algo que se había derramado, deduje que no era agua, ya que la niña insistía en seguir lamiendo el piso… Sabía que en minutos se secaría por el cemento caliente y el sol fuerte de esa hora…

Entonces bajé la ventanilla y le pregunté a una hermanita suya que estaba pidiendo monedas si tenían sed, pero me dijo que no. Todo duró un segundo y en ese momento atiné a sacar una foto con el móvil. Le chisté, la nena me miró y siguió tomando el agua…». Fueron tres disparos casi simultáneos (ver fotos). Después el semáforo se puso en verde… ¿Qué hacer? «Cuando llegué a mi casa compartí la imagen con algunos colegas, pero con la idea de buscar algún tipo de ayuda y esa misma tarde logramos que le llevaran bidones con agua y helados para los chicos de la calle». La niña ya no estaba allí, pero la foto quedaba para siempre. Ya no sólo porque Patricia la compartiera en redes sociales instando a amistades y colegas a reaccionar.

La imagen de la niña del charco daba rauda la vuelta al mundo. Y el disparo de Patricia pasaba a ser a la vez un escándalo nacional. ¿Parias desamparados?Aún hoy, pasada más de una semana, nadie llama por su nombre a la niña del charco. Ella y su familia, que forma parte de un grupo reducido (unas 20 personas) que pide limosna en las calles, han sido retiradas de la vista pública por las autoridades. Enviadas de vuelta a sus aldeas. Son parte de una rama del pueblo guaraní, los mbyá, que habitan en Paraguay, Brasil y en la provincia argentina de Misiones, donde viven unos 6.500 que sobreviven con la venta de artesanía y con la ayuda que les presta la Dirección de Asuntos Guaraníes. En Misiones están distribuidos en 107 comunidades.

La niña venía de la zona de Profundidad y esta vez no la acompañaba su madre. Iba con otra familia. En la ciudad de Posadas, donde fueron tomadas las fotos, son muchos los mbyá que deambulan por plazas y calles. Entre ellos hablan guaraní. En sus comunidades tienen aulas satélites donde estudian. ¿También la niña del charco? Ni los caciques con los que ha hablado la periodista lo saben. En la ciudad, el repertorio de frases que los pedigüeños intercambian con los blancos es limitado: «Dame dos pesos, te vendo limones, ¿tenés algo para darme?», murmullan a la vez que extienden la mano. Dice el cacique Alejandro Méndezun que la pequeña es nieta de un hombre de apellido Reyes. El líder comunitario lamenta la mendicidad. «Somos un pueblo empobrecido desde hace 500 años», añade en su descargo. En la zona hay unas 2.500 familas de la etnia guaraní… Y sólo entre 20 y 30 se han sentido tentadas a abandonar sus comundades e ir a la ciudad para vivir de la mendicidad con los menores.

Imágenes de la niña sin nombre tomadas en la ciudad argentina de Posadas. Ese día la temperatura superaba los 36 grados.

Desde el día en que, a media mañana, Patricia Fernández tomó las fotos, la periodista, que trabaja en misionesonline.net, quería dar algo de sentido a toda esta historia. Lograr explicar quién era la niña que le pareció un perrito bebiendo de un charco, e intentar comprender por qué estaba allí, a la vista de todos, con esa sed que la postraba en pleno siglo XXI. Y en pleno verano argentino. Porque la niña, de unos tres años, no era un espejismo. Tenía el pelo sucio, la ropa vieja y a su alrededor no asomaban adultos.

El responsable de Asuntos Guaraníes, Arnulfo Verón, defendió que las familias mbyá que viven en Misiones son asistidas. «Todas cobran asignación por hijo, tienen viviendas y reciben ayuda. Mientras la gente les siga dando monedas y comida, seguirán en la ciudad», señaló Verón, que ante el calor que se vive en Argentina recordó que «el 87% de las familias tiene acceso a agua y electricidad». Darles limosnas que acaban en el bolsillo de sus padres, subrayó, prolonga esta situación. Un escándalo, pequeña.

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