¡Viva Cristo Rey!, por María García de Fleury
Por: María García de Fleury
¡Viva cristo Rey! ese es el grito que resuena hoy día de la fiesta de Cristo Rey; esta festividad tiene un fundamento bíblico, en los evangelios se reconoce a Jesús, hijo de Dios como Rey. Desde el inicio de su predicación él anunció el reino de los cielos a través de varias parábolas que vamos a encontrar en el capítulo 13 del evangelio de Mateo.
Dice: “El reino de Dios es semejante a un grano de mostaza, a un tesoro escondido en un campo, a un mercader que busca piedras preciosas”, haciendo ver claramente que vale la pena buscarlo y encontrarlo, que vivir el reino de Dios vale más que todos los tesoros de la Tierra y que su crecimiento será discreto, sin que nadie sepa cómo ni cuándo, pero será muy eficaz.
Al final de su vida, cuando Jesús fue interrogado por Pilatos afirmó ser rey, aclarándole: “Mi Reino no es de este mundo”. Claro, Jesús no es un rey de miedo, de mentira, de violencia, de pecado; él es el rey del reino de Dios, de paz, justicia, amor, desarrollo.
En medio del crecimiento del comunismo en Rusia, celebrándose los 1600 años del Concilio de Nicea, con el final de la primera Guerra Mundial, mientras el mundo presionaba para que los cristianos restringieran sus fiestas religiosas y hasta las eliminaran para que fueran más leales a los gobiernos civiles y militares y se olvidaran de la iglesia católica. Hasta algunos gobiernos de turno prohibieron manifestar en público la fe.
Frente a todo eso, el Papa Pío XI sin ningún miedo y valientemente instituyó la fiesta de Cristo Rey en 1925, diciendo en su encíclica: “Cristo Nuestro Señor, a él le ha sido dado todo poder en el cielo y en la Tierra, los hombres han sido redimidos con su sangre, por eso es necesario que Cristo reine en la inteligencia del hombre para que acate tanto su doctrina como las verdades reveladas; es necesario que Cristo reine en la voluntad para que podamos obedecer las leyes y los preceptos divinos. Es necesario que Cristo reine en el corazón para que amemos a Dios sobre todas las cosas”
Para lograr que Jesús reine en nuestra vida, en primer lugar, debemos conocer a Cristo; lo conocemos a través de la lectura y la reflexión del evangelio, la oración personal, los sacramentos, todos estos son medios para tener un encuentro personal con Cristo, al ir abriendo nuestros corazones a su amor. Se trata de conocer a Cristo de una manera experiencial y no solamente teológica.
Al acercarnos a la eucaristía es a Dios mismo a quien recibimos en su abundancia, al conocer a Cristo empezaremos a amarlo de manera espontánea porque él es todo bondad. Al amarlo, casi sin darnos cuenta estaremos pensando, queriendo, sintiendo como Cristo, viviendo una vida de verdadera calidad y autenticidad.
Ese compromiso apostólico que surge del amor lleva a extender el terreno de Cristo a todas las almas mediante obras; no nos podremos detener, nuestro amor comenzará a desbordarse, por eso amigos conmemorar y celebrar la fiesta de Cristo Rey, una de las más importantes del calendario litúrgico católico es reconocer que Dios es el centro del universo y con Dios ¡siempre ganamos!