Vacaciones con niños, ¿cómo las planteamos?
Redacción 800 Noticias
Estamos ya casi en el ecuador del ansiado verano, y para las familias que tienen hijos es una situación que no es fácil.
Primero por las dificultades para conciliar, ya que por mucho que lo intentemos las vacaciones de los adultos no se estiran tanto como para cubrir los dos meses y medio de vacaciones de los niños.
Y segundo, porque la perdida de rutinas, que en un primer momento necesitamos para poder relajarnos y no vivir esclavos del reloj, tampoco ayuda a que los niños estén entretenidos.
Además, este verano no es un verano más. Emocionalmente ha sido un curso muy difícil, sin duda el más complicado al que se han enfrentado nuestros hijos e hijas y, si somos sinceros, también al que nosotros nos hemos enfrentado como padres y educadores.
El confinamiento y las restricciones provocadas por la pandemia Covid-19 nos han pasado factura a nivel emocional a todos, tanto a niños como adultos.
Entonces, ¿cómo podemos plantearnos este mes de vacaciones con los niños?
Dejando espacio para hablar sobre lo que hemos sentido este curso, y también sobre lo que sentimos ahora. En ocasiones, los niños necesitan tiempo para tomar distancia, y cuando están más relajados es cuando nos cuentan sus preocupaciones.
Intentando que las pantallas no lo invadan todo. Las nuevas tecnologías tienen muchos beneficios y han llegado para quedarse, sin embargo, debemos de evitar el desplazamiento digital y que ocupen el lugar de otro tipo de ocio, como practicar deporte, estar en la playa, en la piscina, en la naturaleza, con amigos.
Procurando que se relacionen con más niños y que jueguen al aire libre. Que se puedan mover. De sobra son conocidos los beneficios del deporte para el correcto desarrollo infantil a todos los niveles.
Cognitivos: dado que fomenta la capacidad de planificación, toma de decisiones, organización, memoria de trabajo.
Sociales: los niños a través de los juegos deportivos desarrollan habilidades sociales necesarias en su vida.
Emocionales: el deporte también les ayuda a trabajar la tolerancia a la frustración.
Dejando tiempo libre para que ellos se organicen. Cuando los niños tienen todo su día organizado y simplemente les llevamos de una actividad a otra, no les estamos dando la oportunidad de que aprendan a organizarse ellos, adquieran esa capacidad de planificación, y que sean ellos/as quienes deciden qué es lo que van a hacer, como entretenerse, a qué jugar.
Esto es fundamental para que puedan desarrollar la función ejecutiva, es decir ser capaces de dirigir su conducta para conseguir una meta, que tan importante es para el correcto desempeño escolar.
Y dejando que asuman las responsabilidades propias de su edad, como, por ejemplo, llevar la toalla a la piscina, recoger los juguetes y volver a llevarlos a casa.
Permitiendo que se aburran. El aburrimiento tiene muchas cosas positivas, fomenta la creatividad en los niños, les ayuda a adquirir tolerancia a frustración, a perder el miedo a estar solos con uno mismo, a aprender a entretenerse solos… Sin embargo, a los padres nos da mucho miedo que se aburran y enseguida intentamos distraerlos, evitando que adquieran ellos esa capacidad de regulación.
Respetando sus horarios. Puede que a nosotros no nos pase nada por comer más tarde o por alterar nuestro ritmo de sueño y vigilia. Sin embargo, los niños no tienen esa capacidad para adaptarse, por lo que, aunque no nos venga bien e interfiera con nuestros planes, los horarios siempre los marcarán los más pequeños.
Los planes deben de estar ajustados a su edad. Intentando hacer actividades que no tengan en cuenta la edad ni las posibilidades de nuestros hijos, lo más probable es que terminemos todos frustrados y enfadados. Puede que lo que más nos apetezca sea ir a visitar un museo, y pasarnos allí todo el día, pero si es muy largo y no está adaptado para los niños, seguramente, se vaya a aburrir. En cambio, una visita guiada más corta es algo que un niño si que está preparado para hacer.
Actividades de investigación que mantengan activo su afán por aprender. Que estemos de vacaciones no significa que dejemos de aprender, por eso desde la psicología siempre recomendamos, que, aunque es tiempo de descanso, dediquemos tiempo, por ejemplo:
Para usar las pantallas a nuestro favor, y descubrir las cosas curiosas que suceden a nuestro alrededor… buscar información sobre esa mariposa que hemos visto en el parque, o sobre ese caminito de hormigas que encontramos en el camino, o sobre el nombre de nuestra calle.
Y luego que nos lo cuenten, por ejemplo, durante la comida o la cena, cuando toda la familia esté unida.
En definitiva, “recarguemos pilas” que es muy necesario para todos, pero despertando en ellos la curiosidad por el conocimiento de una forma abierta, distendida y divertida.
EFE SALUD